Terapias para ayudar a mejorar
tu calidad de vida,
satisfacción y bienestar emocional.
La terapia para el alcoholismo procura una serie de técnicas para superar la primera fase, el síndrome de abstinencia. Posteriormente es recomendables un seguimiento de psicoterapia
Salir de una adicción con psicoterapia, coaching e hipnosis, consulta en Sabadell, Terrassa y online. Las garantías que ofrecen las terapias.
La rehabilitación de las adicciones pasa por diferentes etapas.
Hoy voy a escribir un artículo corto y directo. Me refiero a una pregunta típica de muchas personas que acuden a terapia, especialmente para salir de una adicción. ¿Qué porcentaje de efectividad ofrece la psicoterapia? ¿Qué garantías tengo de que el proceso funcione?
Y quiero ser muy claro: Sin dedicación por parte de la persona la terapia no funciona. Por muy novedosa que sea la modalidad de psicoterapia.
Pero, ¿Por qué es especialmente difícil para erradicar un mal hábito?
Encontrar la necesidad no resuelta detrás de un hábito perjudicial.
A cualquier terapeuta (y a mí el primero) nos gustaría ofrecer un sistema que funcione por sí solo. Algo parecido a llevar el coche al mecánico, pagar la reparación y el profesional hace el trabajo. Pero en general, en psicoterapiay coaching no existen avances sin compromiso por parte del consultante. Y para salir de una adicción más. Esto es así por cuanto el proceso adictivo enlaza con todas nuestras necesidades no resueltas. Y ofrece una forma rápida de alivio a todos nuestros malestares. Engañoso y peligroso, pero rápido.
Es más rápido ver la tele, comprar compulsivamente, jugaren las tragaperras, fumar, comer inconscientemente…que hacer algo constructivo. Puedo ir a los bares en busca de compañía. O fumar porros porque estoy triste. O quedarme hasta tarde en el trabajo para evadir las dificultades en casa.
Las adicciones suelen ser un intento por amortiguar un dolor emocional.
Sin embargo, para salir de una adicción hay que aprender nuevas formas de enfrentar estas dificultades. Y es así porque en el fondo de todo hábito perjudicial existe un componente evasivo. Entonces… ¿qué ventajas aporta un proceso terapéutico para superar esta conducta autodestructiva?
Lo que ofrece la psicoterapia para salir de una adicción.
Todo proceso para salir de una adicción debe proporcionar herramientas, técnicas y prácticas específicas que ayuden a:
– Mantener un estado de calma para superar el periodo de abstinencia. – Mantener alta la motivación. – Identificar el beneficio secundario que aporta la adicción y sustituirlo por otras conductas que garanticen la satisfacción de esta necesidad. – Detectar las anclas y momentos, entornos, pensamientos o estados anímicos que actúan de disparador. – Identificar conductas y prácticas que ayuden a mantener un estado de vida saludable orientado a largo plazo.
Salir de una adicción, conclusiones.
Todos los elementos antes reseñados, están presentes en mi actividad de psicoterapia. Ahora bien, cuando hablamos de efectividad hablamos de tres variables:
1.- Lo que garantiza el programa (lo que he expuesto). 2.- El nivel de motivación y compromiso del consultante. 3.- La implicación y constancia del consultante para dedicar cada día un espacio a las prácticas. Este espacio, al principio, puede ser de media hora diaria para, a medida que va avanzando acortarse a media hora cada dos días. Siempre teniendo en cuenta que ampliar las horas de dedicación puede aportar otros beneficios de incalculable valor. Salir de una adicción requiere, en definitiva, un cambio de vida.
La primera variable la puedo garantizar, los puntos 2 y 3 dependen de la persona. Cuanto más altos sean la motivación, el compromiso y su dedicación, más fácil le resultará salir de la adicción. Sea cual sea.
La psicoterapia debe ayudar a mantener la motivación
Hasta el siguiente artículo, recibe un cordial saludo,
Superar una adicción, aun cuando sea algo positivo, abre un periodo de duelo
La rehabilitación de adicciones, con garantías, exige un proceso integral. Uno de los elementos menos contemplado en la terapia es el del duelo en la rehabilitación de adicciones. Este trabajo terapéutico va más allá de la suspensión del consumo y el comportamiento compulsivo. Este, por supuesto, es la primera etapa en la terapia.
Existe un segundo paso en el proceso terapéutico que es el que examinaremos aquí. El proceso de duelo en la rehabilitación de la adicción. Veremos las distintas pérdidas que debe enfrentar el adicto en la terapia integral.
El tercer paso, si bien no lo desarrollo aquí, es el de la transformación del estilo de vida. Si bien este momento está presente durante todo el proceso, aquí se enfatiza más. Sirva, no obstante como introducción, mencionar que en esta etapa no solamente se refuerza lo aprendido. En esta fase de la terapia es muy importante identificar los valores de la persona. Lo que realmente le puede dar una dirección y motivación de vida que sustituya el hechizo de la adicción.
¿Qué es el duelo en la rehabilitación de adicciones?
Este momento de la terapia implica un cambio radical del estilo de vida. El eje ya no gravita alrededor del consumo de la sustancia (o conducta) adictiva. El nuevo centro de gravedad se sitúa en la responsabilidadde la persona sobre su conducta, emociones y pensamientos. Este cambio radical presupone una pérdida emocional. Por lo tanto un duelo en la rehabilitación de las adicciones. A la elaboración de este periodo de adaptación emocional debe dedicar un tiempo la terapia integral.
El duelo en la rehabilitación de adicciones. Primera etapa. Despedida de la sustancia adictiva
Despedirse para mejorar.
Es la fase que enfatiza toda terapia. La despedida de la sustancia adictiva. En este momento el adicto en recuperación enfrenta la realidad de una pérdida. Bajo un punto de vista racional es una despedida deseable. Pero la adicción no engancha tanto desde el sentido común. Tanto en esta como en las siguientes etapas hay que tener una idea muy clara. ¿Qué necesidad no satisfecha cubre la adicción? O, dicho de otro modo, ¿qué intención positiva tiene?
En otro artículo me extenderé más al respecto. Pero para entender mejor esta etapa del duelo en la rehabilitación de adicciones un modelo es de mucha utilidad. Las cinco etapas de Prochaska Y DiClemente
Toda dependencia comporta un desplazamiento de la autoestima hacia el exterior. Bien sea una sustancia, una conducta, persona etc… Por este motivo trabajar la autoestima es imprescindible durante el proceso de duelo en la rehabilitación de adicciones.
Segunda etapa. El duelo por el personaje o guión de vida
El personaje es el núcleo del guión de vida de la persona adicta. Es de vital importancia descubrir este personaje y el argumento vital que dibuja. Por supuesto para reescribir ese guión y descubrir nuestro yo más auténtico. En este momento, el duelo en la rehabilitación de adicciones supone la despedida y elaboración de esta pérdida. De este personaje que, probablemente, nos ha acompañado durante años. Sin embargo, el personaje y su guión no es, algo exclusivo en los adictos. Tod@s vivimos en un personaje que es el protagonista de nuestro guión de vida.
El guión de vida forma parte de la teoría del análisis transaccional elaborado por Eric Berne. Posteriormente Claude Steiner lo desarrolló en su obra: “Los guiones que vivimos”.
Según este modelo de pequeños decidimos un plan para nuestra vida. Una especie de hilo conductor que diera una coherencia (para bien o para mal) a nuestro destino. Esta decisión infantil está marcada por la relación con los padres y personas de influencia. Y, por supuesto, no es una decisión tomada de un modo consciente y deliberado. Digamos que la historia de nuestra familia nos empuja sutilmente hacia este argumento vital.
Duelo y rehabilitación de adicciones, despedirnos del personaje.
La adicción crea un personaje para el que tiene sentido el consumo.
Ahondar en el guión de vida en las adicciones supera este el alcance de este artículo. Sin embargo, para mentes curiosas cabe destacar la obra de Claude Steiner. Uno de los libros ya mencionados anteriormente. El siguiente, y específicamente orientado a las adicciones es “Games alcoholics play”. Hasta donde yo sé no conozco traducción en castellano.
En esta obra, Steiner nos habla de tres tipologías de consumidores. Él las llama Ebrio y Orgulloso, Ebrio Domésticoy Ebrio Consuetudinario. Cada uno de ellos conforma un “guión de vida” alrededor de una tipología de personaje. Este trabajo de Steiner fue finalizado a finales de los 70 y en EEUU. Creo que en la actualidad podemos encontrar nuevos y diferentes personajes pero valga este trabajo como ejemplo.
El duelo en la rehabilitación de adicciones contempla en esta etapa evidenciar la artificiosidad del personaje.
El personaje es el portador que encubre las necesidades no satisfechas. Es, en este sentido el portador de una Intención Positiva. Sin embargo, esta intención positiva no se conduce con una conducta creativa. A menudo tiene que ver con la fantasía y la huida del dolor.
Tercera etapa. La pérdida del entorno y amistades de consumo.
En este artículo planteo secuencialmente las distintas fases del duelo en la rehabilitación de adicciones. Sin embargo la realidad en el proceso de la terapia es distinto. Las distintas etapas pueden ir solapándose como, por ejemplo, en la despedida del círculo de consumo. Salvo algunas excepciones, el consumo aparece y se consolida en el seno de un grupo de confianza. Es habitual entre adolescentes o incluso entre adultos en, por ejemplo, los bares en el alcoholismo.
Decir no a una adicción suele comportar despedirse del entorno de consumo
El grupo confiere esa sensación de pertenencia, de sentirse aceptado y recibido. Por supuesto que en este caso se trata de una sensación de pertenencia disfuncional. Y es aquí donde el rol del personaje despliega toda la fantasía neurótica.
Es necesario buscar formas alternativas y creativas de conseguir este sentimiento de pertenencia. Seguramente en la mayoría de los casos (por no decir en todos) fuera del círculo de consumo. Es imprescindible entender que una cosa es la necesidady otra el modode conseguirla.
Cuando el grupo de consumo tiene un peso específico, es necesario dejar de frecuentar ese entorno. Y esto, casi siempre, como condición indispensable para dejar de consumir.
Existen algunas excepciones como, por ejemplo, algunas mujeres que beben en la soledad de su hogar. Por supuesto aquí existen otros estigmas estereotipados y un problema profundo de soledad. En estos supuestos, el duelo en la rehabilitación de la adicción se centra más en la despedida de la sustancia y del personaje.
Duelo y rehabilitación de adicciones.
Durante todo el proceso, empezamos por la aceptación de las pérdidas. Es importante entender que, durante la terapia del duelo en la rehabilitación de adicciones, se suceden diferentes momentos. Si deseas consultar puedes verlo en mis artículos:
La terapia comprende el trabajo de integración emocional, con la conciencia y expresión de las mismas. Muy importante también durante la terapia descubrir y satisfacer de un modo creativo las necesidades no satisfechas. Estas carencias fueron “tapadas” o “satisfechas” neuróticamente por el guión de vida. Al descubrir nuevas formas de hacerlo, es más fácil sostener la pérdida de la sustancia y el personaje.
Superar una adicción es reencontrarse con uno mismo.
Duelo y rehabilitación de adicciones son dos pasos necesarios para una terapia integral. Sólo de esta manera se puede llegar al estado interno donde se vive la sobriedad como un regalo. No como un esfuerzo constante para no “caer en la tentación”.
Por supuesto, la terapia integral en rehabilitación de adicciones es un proceso dilatado en el tiempo. Pero los resultados son espectaculares en la mejora de calidad de vida.
Hasta el próximo artículo, recibe un cordial saludo.
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La adicción siempre aparece en forma inocente y seductora.
Cómo nos seduce una adicción es una pregunta que a menudo nos hacemos…. Pero cuando ya somos adictos. Es el camino de hacer de lo ocasional una costumbre. Por ejemplo un amigo me invitó en cierta ocasión a fumar un porro. Y me acostumbré a que ese amigo me invitara ocasionalmente a fumar un “porrito” (como quitándole importancia, algo habitual).
De esa costumbre un hábito. Por ejemplo los sábados por la noche son más divertidos si fumo un porrito. Y del hábito a la adicción: Al sábado le sigue el domingo, después el lunes…. Por el otro lado me adelanto a fumar un porrito el viernes… Y así vamos engarzando hasta completar la semana.
De manera que con el hábito vino una pregunta: ¿Cómo me sedujo la adicción? La respuesta es fácil y difícil, tiene mucho que ver con costumbres que rellenan huecos, y falta de conciencia. Veamos una metáfora:
¿Cómo nos seduce una adicción? La ranita en el fuego.
Y para empezar os voy a explicar una historia… dicen que una vez, en un cazo con agua, en un fogón, pusieron a una ranita. La ranita estaba bien, estaba a gusto en su elemento… en eso que alguien puso el recipiente a calentar….
La adicción nos atrapa en su trampa. La psicoterapia nos ayuda a salir.
La rana, empezó a sentir ese calorcito, “está bien, pensó”… qué calorcito más bueno… anfibios de sangre fría…. Animales que pueden adaptar la temperatura corporal a la del medio ambiente….
Y esta es una metáfora interesante que nos habla de nuestra capacidad para adaptarnos a nuestro medio social…. Quizás dónde y cómo empezó la seducción de la adicción. Pero bien, volvemos a la ranita….
Y el agua empezó a subir de temperatura…. De tal manera que empezó a notar ese calor, pero se iba adaptando… Es ese momento en nuestra biografía (por ejemplo como fumadores de porros) en el que nos decimos… Uyyy, parece que esto de fumar está empezando a tener un peso en mi vida…. Pero bueno, no le damos mayor importancia….
La trampa de la adicción
Aunque claro, en el cómo nos seduce una adicción, hay un plan, casi universal. Como a la ranita, nos gusta lo placentero, el calorcito; el estado de beatitud interna del porrito…. Y el placer…. ¡es el analgésico más rápido y eficaz contra todo dolor!… a corto plazo claro.
El agua se calentó tanto que minó nuestras fuerzas, la adicción ya nos atrapó.
Así, nuestra simpática ranita sigue meciéndose en el cazo. Hasta que empieza a notar que el agua, “igual está demasiado caliente”. Entonces intenta saltar fuera del cazo, pero hay un secreto en toda seducción, nos hechiza, nos atrapa. El resultado, la rana se queda sin fuerzas para saltar fuera del cazo. Y no podrá hacerlo sola pues el hechizo del agua caliente funcionó.
El abrazo tramposo de la adicción.
Del mismo modo, liberarnos de la seducción de una adicción, es un sendero difícil (casi imposible) recorrer en solitario. Así, si nuestra protagonista tiene suerte y se deja ayudar saldrá del cazo. Pero claro, deberá dejarse ayudar porque en el como la sedujo la adicción existe un engaño. Quien te libere del agua calentita (¡!) es alguien que te lo hará pasar mal…Y aunque no es verdad, en parte es cierto.
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Recordemos que la idea que subyace es la de abrirnos a la
Los diferentes tipos de meditación, como la oración centrante, nos ponen en contacto con nuestra esencia.
presencia y acción de Dios. Existe, pues, una aceptación y confianza en la acción de lo Divino en nosotros, más allá de nuestras expectativas. Aceptación y terapia divina van de la mano. Pero no sólo eso, el trabajo en la aceptación en las adicciones, es un compromiso necesario, aun cuando pueda parecer paradójico. A continuación examinaremos las implicaciones de esta aceptación radical partiendo de los beneficios de la oración centrante. Posteriormente veremos el trabajo de aceptación en las adicciones.
Aceptación y terapia divina. Beneficios de la oración centrante.
Algunos de los beneficios de esta disciplina tienen que ver con los esperados en cualquier práctica meditativa, a saber:
Aprendemos a habitar el momento presente con mayor presencia.
Desarrollamos una mayor serenidad y capacidad de concentración.
Al aprender a escucharnos, en primer lugar, avanzamos en nuestro autoconocimiento, en segundo lugar aprendemos a escuchar a los demás.
Esta capacidad de escucha, sin enjuiciar ni valorar, acrecienta una actitud más compasiva y empática.
Sin embargo, los seguidores de esta disciplina remarcan otro beneficio, este sí, genuino de esta práctica.
Emerge una confianza en dejar que sea Dios quien gobierne nuestras vidas.
Esto es, lo más difícil de aceptar. La rendición del ego a una instancia distinta. Sin embargo esto no es nuevo, tampoco en psicología.
Carl Gustav Jung popularizó el concepto de Sí Mismo como totalidad del hombre y de la psique. Comprende no sólo lo consciente, sino también lo inconsciente tanto en su ámbito personal como en el colectivo.
Así como el ego es el centro de la consciencia, el Sí Mismo lo es de la totalidad y va, por lo tanto, más allá de los objetivos o apetencias del ego. A su vez, como centro de la psique representa la meta de la vida, el destino que permanece, en parte, agazapado a los deseos de la conciencia. Confiere, por lo tanto, dirección y sentido a nuestro devenir. Y esto también formar parte del trabajo de aceptación en las adicciones. Aceptar algo más allá de nuestro ego.
Aceptación y terapia divina. Las imágenes arquetípicas como referentes.
Además, este principio organizador y estructurante de la psique, rige la integración de los opuestos. De tal modo que los alquimiza de contradictorios a complementarios. De hecho, en la praxis terapéutica observamos a menudo esta polaridad… “una parte mía quiere (hacer esto…) y otra (hacer lo otro…)
El mandala como un símbolo del Sí Mismo (punto central) alrededor del cual el ego sólo puede dar vueltas para aproximarse (circumambulación)
Siendo, pues, de esta magnitud el SÍ MISMO, ¿cómo podemos, de algún modo, aprehenderlo?
Según Jung, una de las posibles respuestas está en las imágenes arquetípicas que emergen de religiones o confesiones espirituales. Estas imágenes están dotadas de la suficiente carga numinosa como para estimular y establecer un puente consciente / inconsciente.
Por supuesto, otra de las posibilidades está en alguna práctica que ayude a silenciar nuestro ego. La meditación es una de las prácticas más extendidas en este sentido. Sin embargo, la práctica de la oración centrante y la aceptación y terapia divina cumplen ambos requisitos.
Cabe destacar también que si bien la terapia divina es de orientación cristiana, su mismo creador la declara abierta a cualquier tipo de confesión. Por lo tanto ese “poder superior” puede estar referido al Dios Cristiano o a cualquier otro tipo de Deidad.
Aceptación y terapia divina en los doce pasos
Uno de los modelos con más éxito para la recuperación de alcohólicos es el de “los doce pasos”.
Este modelo (implementado por alcohólicos anónimos) nació como una forma de recuperación para adictos al alcohol. Sin embargo su influencia ha ido extendiéndose a ámbitos más amplios. Así grupos como “narcóticos anónimos”, “comedores compulsivos”, incluso “neuróticos anónimos”, trabajan también con esta metodología. También existen redes de apoyo familiar como al-anon (familias de alcohólicos) o nar-anon (familiares de drogadictos) que utilizan los doce pasos.
El primer paso de este modelo dice literalmente: «Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables.» Y es aquí donde empieza el trabajo de aceptación en las adicciones. La aceptación no es algo que toque solamente lo cognitivo. Implica asumir todas las consecuencias necesarias en el trabajo de rehabilitación. Como, por ejemplo, no volver a probar el alcohol, o no frecuentar según qué amistades.
¿Qué similitudes tiene el programa de los doce pasos con la terapia divina?
Volviendo sobre el primer paso y los dos siguientes de este programa, literalmente dicen:
1.-Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol y que
Una escalera de doce peldaños, metáfora de los doce pasos en la rehabilitación del alcoholismo.
nuestras vidas se habían vuelto ingobernables.
2.-Llegamos a creer que un Poder superior a nosotros podría devolvernos el sano juicio.
3.-Resolvimos confiar nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de Dios, según nuestro propio entendimiento de Él.
Por supuesto de cada uno de los pasos emerge un trabajo concreto, aquí simplemente he expuesto los tres primeros enunciados pues, en su esencia, contiene el mismo espíritu que la terapia divina, a saber:
En primer lugar la asunción de la impotencia para gobernar nuestras vidas, tal y como quiere nuestro ego. Esto es obvio para el adicto, pero también para todos y cada uno de nosotros. Veamos, si no, las tres necesidades básicas imposibles de resolver desde niños (ver artículo psicoterapia divina y psicoterapia tradicional). Por otra parte, no faltan ejemplos de personas que, aparentemente, lo tienen todo y caen en la depresión, drogadicción o incluso suicidios. Esta insatisfacción inherente a la condición humana parece no tener un modo “convencional” de ser calmada.
En segundo lugar, la confianza en un Poder Superior que otorgue dirección, sentido y satisfacción a nuestras vidas. De nuevo podemos observar a este Poder Superior como un arquetipo del Si Mismo, o como una Divinidad. Incluso ambas cosas a la vez.
Vemos pues que aceptación y terapia divina van de la mano.
Aceptación del Presente tal y como es (encomendado a Dios o al Sí mismo).
Acoger los sentimientos difíciles de sobrellevar, por supuesto sin rendirse a ellos.
Aceptación de que sea Lo Divino (o el propio Sí Mismo) quien se encargue de ir disolviendo estas dificultades.
Y mantener la conexión mediante la práctica de la oración centrante.
El trabajo de aceptación en las adicciones.
La llamada oración de la serenidad es un paradigma del tratamiento de aceptación en las adicciones. Transcribo el fragmento más socorrido y utilizado. No obstante en el enlace anterior podrás encontrar, si lo deseas, la oración completa y sus antecedentes:
«Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,
fortaleza para cambiar lo que soy capaz de cambiar y sabiduría para entender la diferencia.»
De nuevo destacar que no es tan importante el concepto de Lo divino como la comprensión de que algo más allá de nosotros tiene sus razones. Sea lo que sea que entendamos por este «algo más».
Con este tercer artículo finalizo mi exposición de la Terapia Divina, así como algunas de sus conexiones e implicaciones. Creo que se abre un apasionante panorama que une lo místico con lo terapéutico. Probablemente, a la luz de la psicología transpersonalse harán brillantes avances en esta línea. De momento espero haber contribuido en algo a divulgar este apasionante e innovador escenario.
Hasta el próximo artículo, recibe un cordial saludo,
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Oración centrante y psicoterapia transpersonal. Tratamiento de adicciones con meditación en Sabadell, Terrassa y online. Josep Guasch, coaching y psicoterapia consulta en Terrassa y Sabadell
El creador de la oración centrante, el padre trapense Thomas Keating
En el anterior artículo “psicoterapia divina y psicoterapia tradicional” vimos los dos aspectos de la psicoterapia divina: psicológico y meditativo. Examinamos brevemente el aspecto psicológico, veamos ahora el contemplativo.
La oración centrante es una forma de meditación creada por el monje trapense Thomas Keating. Se utiliza como práctica meditativa y terapia, entre otros en los grupos de doce pasos inspirados en alcohólicos anónimos. También se puede utilizar para el tratamiento de cualquier adicción, y otros trastornos como estrés, ansiedad, depresión.
No obstante, esta práctica específica requiere de un elemento adicional. Y es que para surta efecto el practicante debe tener algún tipo de convicción sobre la existencia de un “Poder Superior”. Eso sí, sea cual sea el tipo de creencia que sustente su convicción.
A continuación examinaremos esta línea de tratamiento de adicciones, aceptada por la psicoterapia humanista y transpersonal. Sin embargo la psicoterapia más tradicional no lo acepta como algo probado.
La oración centrante por qué funciona, actitud y práctica.
El tratamiento de adicciones con meditación y oración centrante postula la existencia de necesidades imposibles de satisfacer al 100% en la persona.
Según Keating, solamente el Poder Superior puede satisfacer esas necesidades – expuestas en el anterior artículo – no resueltas. Sin embargo, y como quiera que gozamos de libre albedrío, no interviene en nuestra ayuda salvo que se lo pidamos. Por supuesto esta es una presuposición inspirada en la llamada psicoterapia divina.
La actitud necesaria para meditar.
La actitud básica a adoptar durante la práctica es la de sentirnos acompañad@s del poder superior y dejar que su influencia obre en nosotr@s. Es importante el recogimiento y no pedir ni decir nada más de lo que se prescribe en la práctica. Esta instrucción se lleva al extremo, aparentemente paradójico, de no pretender resultado alguno con su práctica. En la esencia de este precepto está la creencia de que el Poder Superior sabe mejor que nosotros lo que nos hace falta.
Se recomienda un mínimo de una práctica al día, aunque lo ideal serían dos, preferentemente en el mismo horario. Se puede hacer en solitario aunque la práctica ideal es en grupo.
Es importante realizar el ejercicio en algún lugar que invite al recogimiento, alejado de ruidos y tranquilo. Durante la práctica asegúrate de no ser interrumpido (teléfono, móviles, familia…). Incluso puedes dedicar una habitación con algún símbolo sagrado para ti, encender una vela, incienso…. Por supuesto no es imprescindible pero a algunas personas les ayuda.
Elige una palabra que tenga para ti una cualidad “sagrada”. Cualquiera que, desde una óptica personal contenga la intención de consentir en la presencia e iniciativa de lo Divino. Desde el oriental OM, hasta otras como abandono, amor, serenidad, confianza, gratitud… O incluso el nombre de alguna deidad si participas de alguna religión, Dios, Madre Tierra, Allah, Cristo…
Es muy importante, en el tratamiento de adicciones con meditación, que la palabra o palabras resuenen en tu interior.
Otro elemento importante a tener en cuenta. Si bien el tratamiento de adicciones con meditación no es aceptado por la psicoterapia tradicional, no es contraindicado. Es decir, no son mutuamente excluyentes y pueden aplicarse conjuntamente las dos modalidades de psicoterapia.
Tratamiento de adicciones. La oración centrante, pautas
– En una posición cómoda, preferentemente sentado para evitar dormirte, y con los ojos cerrados relájate. Es importante mantener la espalda recta aunque sin forzar, si al principio te cuesta con la práctica mejorarás. Si estás acostumbrado, puedes sentarte en el suelo con las piernas cruzadas. En este caso es recomendable sentarte en un zafu, cojín, o manta doblada de tal forma que tu culo se eleve unos 15-20 centímetros. De este modo no forzamos tanto las piernas en su postura doblada. Si no tienes práctica con esta postura, procura apoyar tu espalda en una pared para mantenerla recta.
Pautas para la oración centrante.
– Céntrate ahora en la respiración, tal y como entra y sale… respetando su ritmo, durante un par de minutos, mientras te vas relajando. Vas aflojando los músculos de tu cuerpo… Y al ritmo de las respiración repite sosegadamente la palabra sagrada, meciendo la palabra con tu respiración y con la intención de consentir la acción y presencia de lo Divino en ti. Como si esa palabra fuera un símbolo o talismán de este consentimiento.
– Inevitablemente, en algún momento, algún pensamiento, recuerdo, emoción… interrumpirá la atención. Incluso puede tratarse de sensaciones físicas como picores, temblores, gotas de sudor. Acéptalo como algo normal y, dejando pasar las interrupciones, regresa sosegadamente a la palabra sagrada. Es importante que lo hagas sin reproches, autocrítica o impaciencia. Esta es la actitud del observador ecuánime que se indica en muchas tradiciones meditativas. El tiempo estimado para esta etapa puede ser progresivo, empieza, por ejemplo, por diez minutos hasta ir alargándolo a 30 – 45 minutos o más…
– Finalizada esta etapa, permanece en silencio, simplemente, con los ojos cerrados… unos minutos… Sólo el Silencio… Puedes, una vez finalizado el silencio, agradecer, repetir tus afirmaciones, compromisos etc. Procura llevar este estado a lo largo del día.
Tratamiento de adicciones con meditación. Variante meditativa para «mentes movidas».
– Otra variante, especialmente si tienes una mente muy “movida”, es la de combinar la palabra con una cuenta del 1 al 10. Así, por ejemplo, 1(mientras inspiras) AMOR (mientras espiras) 2 (inspiras) AMOR (espiras…). Cuando llegues a 10 empiezas de nuevo y sigues otra ronda. Si te despistas por pensamientos intrusos, vuelves a empezar desde el 1.
– Aun cuando sé que cuesta, es importante, si aparecen picores y molestias corporales no reaccionar. Simplemente observas sin rascarte o tocarte…. Probablemente al principio sea (casi) imposible, pero con la práctica aprenderás a “observar” esas señales desde un lugar distinto.
– Importante también para mentes movidas, no analices la experiencia, simplemente entrégate a ella. No te juzgues o critiques en función de resultados, no existen resultados mejores o peores. Piensa que la oración centrante va más allá de los resultados. Por lo que no deposites expectativas acerca de algo “emocionante” que pudiera ocurrir. Lo Divino está en todo, en tu respiración, en tu palabra… y sí ¡incluso en los picores!, entrégate a ello. No hay nada más que hacer, nada que esperar…
En el siguiente post ampliaremos algunos conceptos interesantes acerca de la oración centrante y el tratamiento de adicciones con meditación. Sin embargo, el núcleo está en esta práctica.
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Psicoterapia transpersonal y oración centrante. Tratamiento de adicciones con meditación en Sabadell, Terrassa y online. Josep Guasch, coach, psicoterapeuta, consulta en Sabadell y Terrassa.
Psicoterapia divina y psicoterapia tradicional, adicción y niño interior, terapia Sabadell, Terrassa y online. Josep Guasch, coach, psicoterapeuta. Consulta en Sabadell y Terrassa
“El propósito de la psicoterapia ordinaria, tal como yo lo entiendo, es ayudar a la persona a llevar una vida normal cuando se ve obstaculizada por problemas psicológicos. El de la terapia divina es la sanación de las raíces de todos nuestros problemas y la transformación de nuestras actitudes, y de toda nuestra naturaleza humana, según la mente y el corazón de Cristo. Una parte importante de estos problemas toman la forma de la adicción. Y ese vínculo casi siempre presente entre adicción y niño interior. Y es en este libro en el que, más meridianamente explora la relación entre psicoterapia divina y psicoterapia tradiconal.
En otras palabras, introducirnos a través de la gracia en la vida interior de Dios. Un sendero que transcurre paralelo al de la psicoterapia aunque con algunas diferencias.
Esto implica una transformación de nuestras actitudes, facultades y cuerpo de modo que podamos recibir la máxima cantidad de transmisión de vida divina que sea posible dados los límites de la naturaleza humana.
Los Padres de la Iglesia que escribieron sobre este tema llamaron <<deidificación>> a este proceso. En otras palabras, la meta de este itinerario… no es convertirse en una persona mejor…. La meta es cambiarnos según la manera divina de ser humanos. Este es un proyecto mucho mayor y más comprehensivo, y nos abre a la plena extensión de las posibilidades y capacidades humanas. Tu aspiración máxima es llegar a ser Dios por participación”.
Esta es la «pequeña gran diferencia» entre psicoterapia divina y psicoterapia tradicional».
Si aprehendemos el alcance de estas palabras son de una dimensión sobrecogedora. Más allá de las creencias de cada cual. De algún modo nos sugiere PARTICIPAR de LO DIVINO. Subrayo además que, si bien en esta cita no queda claro, en posteriores escritos el autor matiza LO DIVINO como lo que sea que cada cual entienda por ello. No se ciñe pues al dogma católico, si bien utiliza su lenguaje pues forma parte de su sistema de creencias.
De hecho, el mismo concepto de participar de lo divino, más allá de una mera sumisión o devoción es algo, por lo menos, extraño a la iglesia católica.
Y, por extraño que parezca, veremos más adelante este nexo con «las raices de todos nuestros problemas» . Esta es la relación entre adicción y niño interior.
Psicoterapia divina y psicoterapia tradicional, más allá del ego.
En cuanto al fondo, es tanto como poner el centro de nuestros intereses (por razonables que puedan parecer) más allá de nuestro ego. Y no sólo eso, sino, además confiar en algo o alguien que al principio sólo intuimos o en el que creemos y al que iremos conociendo, en la medida que SU PLAN EN NOSOTROS se vaya abriendo camino EN NOSOTROS. En otras palabras, es lo mismo que el antiguo “Hágase Tu Voluntad”
La diferencia entre psicoterapia divina y psicoterapia tradicional está pues en el centro que comanda nuestras decisiones. Bien sea que lo situemos en el ego (psicoterapia tradicional) o en lo divino (psicoterapia divina). Paradójicamente este proceso “nos abre a la plena extensión de las posibilidades y capacidades humanas”.
Pero ¿cuál es la “raíz de todos nuestros males” según dice el autor?. ¿Qué es lo que nos limita?
Terapia transpersonal más allá del ego.
Para entenderlo la, llamada terapia divina que propone el autor contempla dos miradas. La primera es la vertiente psicológica y la segunda la contemplativa. En este artículo trataremos la primera y dejamos para el siguiente la dimensión contemplativa con la descripción de la práctica meditativa. En primer lugar nos ayuda a comprender la relación entre adicción y niño interior. Y, en segundo lugar, propone una práctica con vocación terapéutica. La oración centrante.
Psicoterapia divina y psicoterapia tradicional. Las tres necesidades básicas no resueltas
Tal y como si fuera una cristalización del “pecado original” llegamos al mundo con tres necesidades básicas que nunca serán resueltas del todo. Serán pues tres centros en los que inconscientemente fijaremos nuestra atención. Tres insatisfacciones vitales alrededor de las cuales gravitarán nuestras conductas, actitudes y decisiones. Pero también quienes nos precedieron y (presumiblemente) los que nos seguirán están sujetos a esta insatisfacción vital.
Según el autor estas tres necesidades básicas son:
SEGURIDAD MATERIAL
AMOR, ACEPTACIÓN Y RECONOCIMIENTO.
PODER Y CONTROL
Como dije antes esta insatisfacción ya se siente nada más nacer. Pero los bebés no pueden articular, o gestionar algo con lo que “ya vienen”, un dolor implícito. Además, no teníamos la capacidad de procesar y entender ese dolor por lo que empezamos ya de pequeños a manejar esa insatisfacción con estrategias “primitivas” o, directamente con la represión del dolor. Así, por un lado lo tapábamos y por el otro intentábamos atraer al coste que fuera amor, control y seguridad. Generalmente, en la vida de adulto, la adicción genera un alivio momentáneo aunque, por supuesto, pasajero y, eventualmente, acarrea más dolor. Así pues, el vínculo entre la adicción y el niño interior, vivo en cada adulto, empieza, en la más tierna infancia a germinar.
El llanto es una de las primeras estrategias para conseguir atención, amor y control. El bebé rápidamente ve que cuando llora alguien le abraza (amor), le protege y da de comer (seguridad). Así que integra esta estrategia para cuando la necesita (poder).
El llanto (conducta) satisface una necesidad (cualquiera de las tres o una combinación de ellas). Es, sencillamente, la estrategia de un bebé que no sabe (ni puede) satisfacer sus necesidades por sí mismo. Aquí empiezan a edificarse los cimientos de este vínculo entre adicción y niño interior.
La «falta» vivida por el bebé
La falta vivida por el niño
Pero además, cualquier insatisfacción era percibida como una ausencia de amor por parte del adulto (padre o madre). De este modo, un momento de hambre, frío o dolor, es interpretado por el bebé como un abandono. Por supuesto un bebé es incapaz de razonar, pero no de sentir. Así pues, la insatisfacción era reprimida, o reclamada torpemente o malinterpretados los intentos por satisfacerla por parte de los padres.
De este modo fuimos creciendo, mal gestionando la presión de cada una de estas tres necesidades. Por supuesto, cuanto más nos sentimos amados, protegidos y en control en nuestros primeros años, mejor lo fue para nuestro desarrollo, sin embargo, tal y como hemos visto, la satisfacción en un grado óptimo a esa edad es casi una utopía.
Una adicción es una manera de satisfacer rápidamente (e ilusoriamente) una carencia interna, una falta. Y esa necesidad, vivida con urgencia perentoria, nace de la sensación de impotencia del bebé. Depende de «algo/alguien ahí fuera». El sendero de la psicoterapia tradicional reorienta este apoyo buscado fuera a un apoyo interno.
Psicoterapia divina y psicoterapia tradicional. Qué hacer en la edad adulta.
Así pues, venimos marcados desde nuestra más tierna infancia. ¿Que hacer para sanar, en la medida de lo posible este dolor? Conciencia es, casi siempre, la palabra mágica. Y, salvando las diferencias el sendero de la conciencia es lo que vincula a la psicoterapia divina y psicoterapia tradicional.
En primer lugar conectar en cada momento con el sentimiento que nos causa algún tipo de dolor. Como quiera que todo sentimiento de insatisfacción tiene su origen en alguna necesidad no satisfecha, identificar esa conexión.
Por ejemplo, puedo sentir enfado (sentimiento) porque mi hijo no me hace caso. Entonces darme cuenta si este enfado tiene su origen en una necesidad de poder y control o de reconocimiento no satisfecha.
Puedo sentir miedo por haberme quedado en el paro y conectar con la sensación de ausencia de seguridad material. Puedo sentir tristeza porque mi pareja me ha abandonado y conectar con mi necesidad de amor y ser reconocido.
Es importante que esta conexión sea vivida como algo genuino y nunca juzgada. No caben aquí interpretaciones del tipo “si es o no razonable” esa insatisfacción o sentimiento. Esto ya formaría parte de otro tipo de intervención. Así pues, escucharnos sin juzgar, valorar ni criticar es el primer paso.
El segundo identificar sentimiento y necesidad.
Como he escrito antes, el bebé siente que su necesidad no resuelta es satisfecha por alguien/algo ahí fuera. Con la inmediatez que precisa su sentimiento de indefensión. Se refuerza el vínculo entre adicción y niño interior como la satisfacción de una necesidad. Por algo/alguien de fuera, y de un modo inmediato.
Es obvio el paralelismo en la edad adulta. El objeto de la adicción cambia de foco, pero sigue estando «ahí fuera».
La responsabilidad sobre lo que sentimos y hacemos
La siguiente etapa nos lleva a la certeza de que todo cuanto nos causa insatisfacción no está “ahí fuera” sino más bien aquí, ahora y dentro. Es decir, somos nosotros los responsables de nuestro dolor por cuanto es resultado de las demandas de nuestros centros. Es obvio pues, que debemos soltar la imperiosa necesidad infantil de que alguien satisfaga nuestras necesidades. Este es el paso de la necesaria dependencia del niño a la autonomía del adulto.
La responsabilidad
Así pues, darnos permiso para sentir (lo contrario a reprimir) y darle la bienvenida compasivamente.
Ya no es satisfacer de un modo apremiante una necesidad. Es reconocerla como algo nuestro. Sostenerla con hospitalidad, compasivamente y con responsabilidad. La adicción nos despista, la responsabilidad nos acerca a nosotr@s mism@s. Es el primer paso para romper este vínculo entre adicción y niño interior.
Y es aquí donde los caminos de la psicoterapia divina y la psicoterapia tradicional se bifurcan.
El siguiente, en la modalidad de psicoterapia divina, ya es, como es de esperar, de inspiración devocional. Para Keating lo divino (sea como sea que lo entendamos) es la única fuente capaz de satisfacer esas necesidades. Y conectar con la divinidad es un paso esencial en esta terapia, para ello ideó el sistema meditativo de la oración centrante. Veremos en el próximo artículo esta práctica.
Psicoterapia divina y psicoterapia tradicional. Entregarnos al poder superior
De un modo parecido a como postulan los grupos de recuperación basados en los 12 pasos, entregarnos a un poder superior es un pilar actitudinal básico. Si todos estamos heridos por esta falta, no hay nadie capaz de asistir a otra persona en profundidad y totalmente. Y ¿qué hacemos entretanto con las necesidades?
Escucharlas compasivamente
Darles la bienvenida
Soltarlas y entregarnos a lo divino.
Unas sencillas palabras ideadas por el autor y que pueden repetirse a modo de mantra son:
“BIENVENIDO, BIENVENIDO, BIENVENIDO” (el sentimiento) y a continuación repetir sencillamente “SUELTO MI NECESIDAD DE SEGURIDAD, SUELTO MI NECESIDAD DE AMOR, ACEPTACIÓN Y RECONOCIMIENTO, SUELTO MI NECESIDAD DE PODER Y CONTROL…”
Como he dicho, en el próximo artículo veremos la práctica meditativa de la oración centrante. Hasta entonces, recibe un cordial saludo.
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El nivel de tolerancia al alcohol
Se entiende por nivel de tolerancia al alcohol (o a otras sustancias) a la cantidad que una persona debe ingerir para empezar a notar su efecto. No se trata de un estado de embriaguez, es el inicio, cuando empieza a “subirse a la cabeza”. Lo que se conoce como el «punto», el ”globo”. Es importante entender este concepto para comprender con mayor profundidad los procesos adictivos. A rasgos generales, cuanto más alto es el nivel de tolerancia a la bebida, mayor dependencia del alcohol.
El nivel de tolerancia al alcohol en la juventud.
Para explicarlo de un modo detallado recurriré a un ejemplo. Imaginemos tres jóvenes de 16 años que nunca han probado el alcohol. Digamos que se llaman Juan, Francisco y Mario. Un día deciden probar con unas cervezas.
Juan bebe una cerveza y ya empieza a notarse mareado, reír mas de la cuenta…. Ha llegado a su nivel de tolerancia.
Francisco, para notar los mismos efectos necesita dos cervezas.
Mario hasta la tercera cerveza no empieza a notar el “globo”.
Los tres tienen un nivel de tolerancia al alcohol diferente. Se ha constatado científicamente que este umbral es distinto para cada persona y viene determinado genéticamente.
Este nivel de tolerancia al alcohol no puede cambiarse a voluntad. Es como la persona que nace con una especial sensibilidad al frío.
A menudo las personas con bajo nivel de tolerancia al alcohol suelen recordar la primera vez que bebieron pues “con poco ya notaron los efectos”. Otras personas (las de mayor nivel de tolerancia al alcohol) no suelen recordar la primera vez que bebieron pues no les “ocurrió nada especial”. Esto es determinante en la mayoría de procesos que conducen a la conducta adictiva.
Así pues, la regla cuanto más alto es el nivel de tolerancia a la bebida, mayor dependencia del alcohol no es del todo cierta, en algunos casos. Pues vemos que existen otras variables, no solamente la menor o mayor dependencia del alcohol.
El nivel de tolerancia al alcohol, adicción y alcoholismo
Mantener la sobriedad es la única solución al tratamiento del alcoholismo
Volvamos con los tres protagonistas de nuestra historia. Imaginemos que durante un tiempo, cada día salen juntos y toman dos cervezas. A Juan esto ya le supone superar su umbral, en la práctica tendrá una “mini borrachera” cada día. Francisco simplemente estará rozando cada día su nivel de tolerancia, es decir, cada día tendrá “un punto”. Sin embargo Mario se quedará como si nada.
El problema principal estará en Juan, pues con el tiempo su cuerpo se acostumbrará, artificialmente, a un nivel superior al que su genética le marca. Engañosamente creerá que su cuerpo se está acostumbrando y que el alcohol ya no le hace efecto. Estará empezando a recorrer el camino del alcoholismo. Si, como suele ocurrir entre gente joven, hace de esto una especie de reto para ver quién aguanta más, Juan será el más expuesto pues habrá empezado antes a violentar su natural nivel de tolerancia al alcohol.
Poco a poco Juan irá aumentando, artificialmente, su nivel de tolerancia al alcohol. Incluso es probable que no tenga grandes borracheras con lo que irá normalizando un consumo excesivo y gradualmente progresivo. Esta supuesta normalización puede conducir a una aceptación social del consumo, pero no es más que un engaño. Dicho de otro modo:
Se puede desarrollar una dependencia al alcohol sin tener borracheras. Con lo cual el tratamiento del alcoholismo será igualmente necesario
En el otro extremo Mario con sus dos cervezas al día prácticamente “ni se entera”. Incluso es probable que se diga aquello de “no sé que gracia le encuentran a beber alcohol”. Claro, en su consumo (y si no sobrepasa su alto nivel) no ocurre nada “emocionante”. Esto no quiere decir, por supuesto, que no esté expuesto si empieza a aumentar su ingesta de alcohol. No obstante, su exposición es inferior a la de Juan.
Por supuesto todo dependerá también de otros factores, educación, ambiente, posibles problemas personales etc. Pero, como podemos apreciar, el nivel de tolerancia al alcohol predispone más a unas personas que a otras.
¿Qué ocurre con el nivel de tolerancia al alcohol si dejamos de beber?
El cuerpo es sabio y tiende a la salud. Imaginemos que Juan
Del alcoholismo y de cualquier adicción, se puede salir
decide dejar de beber. Con el tiempo su cuerpo volverá al nivel de tolerancia inicial. Es decir, si pasa el tiempo suficiente sin beber y un día, por cualquier motivo, vuelve a hacerlo, con una sola cerveza ya notará los efectos, como cuando empezó a beber. Esto puede desconcertar a Juan que se recordaba como alguien capaz de soportar grandes niveles de consumo. Pero, por supuesto, inducidos artificialmente.
Sin embargo, si persiste en su conducta de beber, su nivel de tolerancia volverá a aumentar.
Pero esta vez lo hará mucho más rápido que la primera.
Los cambios registrados en su cerebro por su etapa anterior no han desaparecido, simplemente estaban aletargados. En realidad Juan, desde muy joven, era una persona que no podía permitirse, siquiera, un consumo “moderado” de alcohol. Por supuesto, sin el riesgo de desarrollar un consumo adictivo.
En conclusión:
Existen personas mucho más predispuestas que otras a la dependencia del alcohol. El nivel de tolerancia al mismo es una variable importante y a menudo concluyente. Existen otros factores de riesgo pero este, por lo que sabemos de momento, es el más “objetivo”.
Este aspecto es importante pues uno de los inconvenientes en el tratamiento del alcoholismo es la vergüenza del alcohólico. Hasta ahora el alcoholismo se asociaba (y aún mucha gente lo sigue haciendo) a vicio, falta de personalidad etc. Esta vergüenza es la que impide al alcohólico pedir ayuda y empezar un tratamiento. La alternativa, generalmente, es recurrir a la mentira.
La única verdad incontestable es que solamente la sobriedad garantiza no tener problemas con la bebida. Y, por supuesto, conocer nuestro nivel de tolerancia al alcohol y al poco o mucho riesgo que nos expone.
Hasta el próximo artículo, recibe un cordial saludo.
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A veces, cuando pregunto, ¿cuál es tu problema?, algunos clientes dicen… «el tabaco», «la comida», «el alcohol». Entonces me permito cuestionarles, respetuosa e irreverentemente: – el tabaco, el alcohol, la comida…no son un problema. Por supuesto, no lo son si no los consumes en exceso, comida y alcohol, por ejemplo. O incluso algunos mejor no consumirlos en absoluto (tabaco, cocaína, cannabis…).
Entonces, ¿cuál es el problema?. El problema real es la conducta adictiva. Y ¿qué es, pues, una conducta adictiva y en qué se diferencia del hábito? ¿Se trata de costumbre o adicción?
¿Qué es un hábito, qué es una adicción?
Un hábito puede ser beneficioso, por ejemplo recorrer siempre el mismo camino al trabajo pues es el mas rápido. Aunque, a veces, puede suponer una rutina que nos aparta de otras posibilidades. Por ejemplo, no enterarnos que han abierto otra vía de comunicación más rápida o agradable.
El diccionario de la R.A.E. establece las siguientes definiciones:
Hábito: Práctica habitual de una persona, animal o colectividad.
Adicción: Hábito de conductas peligrosas o de consumo de determinados productos, en especial drogas, de los que no se puede prescindir o resulta muy difícil hacerlo por razones de dependencia psicológica o fisiológica.
Así pues, una adicción es un hábito con ciertas características. Entre otras, la necesidad de un tratamiento. Ampliaremos más adelante estas distinciones.
Hábito y adicción, la transición de lo uno a lo otro
Cualquier hábito empieza siendo una conducta esporádica. Así, por ejemplo, los ocasionales primeros cigarros de un adolescente, o tomar café, de vez en cuando, en determinado bar, o comerse una bolsa de palomitas viendo una película, o una cerveza durante un partido de fútbol…
Las adicciones y su fuerza. Tratamiento adicciones en Sabadell
Esta conducta se vuelve un hábito por la repetición constante asociada (o no) a momentos, lugares o personas. Siguiendo los ejemplos anteriores, el adolescente que fuma siempre que está con un amigo determinado, el café que toma Juan en el mismo bar los martes y jueves a las 10 de la mañana. Cada domingo vamos al cine o al fútbol, por lo que cada domingo consumimos palomitas o cervezas.
¿Costumbre o adicción?. La diferencia que marca la diferencia
Si estos hábitos se mantienen dentro de un «consumo moderado», no hablaríamos aún de adicción. Pero es difícil en algunos de ellos, como el tabaco y, ocasionalmente, el alcohol no alimentar una espiral creciente de consumo. Y con ello la necesidad de un tratamiento.
Por otra parte, estamos hablando de sustancias potencialmente adictivas (café, tabaco y alcohol). Se supone que los alimentos no lo son, aunque habría mucho que discutir sobre el modo en que se procesan algunos y las respuestas que generan en el organismo.
Sabemos también que algunas personas tienen una mayor predisposición genética que otras a quedarse «enganchadas» a drogas, incluso legales, como el alcohol. Esto, y el nivel de tolerancia, explica cómo dos personas que han consumido lo mismo (generalmente en la juventud) pueden, una, desplegar la enfermedad de la adicción (y la necesidad de tratamiento), y la otra no. En el próximo artículo trataré este tema
Hábito y adicción. La diferencia en la práctica.
¿Costumbre o adicción? Veamos algunos parámetros prácticos.
Una adicción es siempre un hábito; un hábito no tiene por qué ser una adicción. ¿Cuál es la frontera entre hábito y adicción? Existen tres variables que delimitan claramente la diferencia:
1.- Cuando supone algún perjuicio evidente. Por ejemplo, tomar más de cinco cafés al día. Médicamente está comprobado que superar esta cantidad es especialmente perjudicial.
2.- Cuando la persona es incapaz, o debe aplicar un sobreesfuerzo, para moderar el consumo. Imaginemos, por ejemplo, que para relajarse alguien necesita cinco cervezas en dos horas. Si no lo hace, no se relaja.
3.- La persona adicta nunca podrá volver a un consumo moderado, especialmente en la adicción a sustancias. Aun cuando se haya conseguido mantener un periodo de sobriedad. El <<sueño dorado>> de muchos adictos es el de volver a un «consumo moderado». Pero este «de vez en cuando» ya no es posible sin el riesgo de volver a la conducta adictiva. Cualquier tratamiento de cualquier adicción tiene esto en cuenta.
El tabaquismo, una adicción que, como todas, tiene solución.
Imaginemos alguien que, en un día de verano, tiene mucha sed. Delante tiene una jarra de agua fría, en cantidad suficiente para paliar su sed, y al lado, una copa de bebida alcohólica. Solamente podrá elegir una de estas dos alternativas. ¿Imaginas cuál será la diferente elección entre un adicto al alcohol y otro que no lo es?
En definitiva, la persona adicta ha perdido su capacidad de elegir y, por lo tanto, su libertad.
La dificultad de establecer límites
Por supuesto, las fronteras entre hábito y adicción están, en lo teórico, delimitadas, pero no siempre en la práctica. Veamos el ejemplo de un profesional que acostumbra a tomar un cerveza, siempre, después de trabajar, para relajarse. Si se ve forzado a no hacerlo, se siente mal, pero a lo largo del día, sólo bebe esa copa. El componente de dependencia de ESA cerveza es obvio, sin embargo su consumo no supone un perjuicio evidente. Es más una dependencia psicológica que física. Este es un ejemplo extremo, pero hay muchas gradaciones y matices entre hábito y adicción.
También es cierto que el «craving» (deseo de consumir, especialmente durante un periodo de abstinencia), depende en muchas ocasiones de diferentes contextos (personas, situaciones, lugares…). Es por esto que una de las primeras medidas en el tratamiento de adicciones es alejarlos de los entornos en los que consumieron. El eventual craving es, pues, un parámetro importante para delimitar si es costumbre o adicción.
«Yo controlo» «Yo lo dejo cuando quiera». La paradoja de la adicción.
En cierta ocasión, en la barra de un bar, un hombre con evidentes signos de embriaguez espetaba «a grito pelado» a un amigo suyo: «esto yo lo controlo», «esto yo lo dejo cuando me dé la gana». Es obvio que no «controlaba» y que dejarlo cuando le diera la gana era cuestionable.
No siempre la persona adicta es ajena a su dependencia. Pero sí cuando dice «yo controlo» o «lo dejo cuando quiera». Esta necesidad de justificarse es, la mayor parte de las veces, un indicio más que razonable de dependencia. Una adicción nunca es controlada mientras siga manteniéndose, es la adicción quien controla. Por otra parte, si pudiera ser controlada sería, como mucho, un hábito que aún no ha generado dependencia.
Estas frases suelen ser la válvula de escape del adicto cuando se siente cuestionado. O, incluso, cuando la conducta adictiva ya ha ocasionado algún estropicio evidente en su vida.
Las adicciones precisan un tratamiento especializado, adjunto unas recomendaciones del gobierno vasco. Entre ellas incluye un programa de prevención del alcoholismo en menores, y otro para dejar de fumar.
En el próximo artículo trataremos el concepto «nivel de tolerancia», especialmente en el consumo de sustancias adictivas.
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