Tristeza y miedo en los hombres

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Tristeza y miedo, ¿por qué los hombres se ríen cuando lo ven en la mujer?

Tristeza y miedo entre los hombres. Inteligencia emocional y nuevas masculinidades. Josep Guasch, psicoterapeuta humanista, consulta en Sabadell

Gestionar el miedo y la tristeza

A menudo los hombres no reconocen la propia tristeza

¿Por qué algunos hombres se ríen o ven con una condescendencia desdeñosa la tristeza y miedo en una mujer? Fácil, porque las penalizamos en nosotros. Al no reconocerlas en nuestro interior, cuando la advertimos en ellas, proyectamos nuestros miedos y los trivializamos. En Gestalt lo llamamos un mecanismo de proyección. Si queremos construir una nueva forma de ser hombre, deberemos revisar nuestra inteligencia emocional.

A este mecanismo se puede unir (o actuar independientemente) el de la deflexión. Básicamente desconectar de la tristeza y el miedo cuando los advertimos, en nosotros o en otras personas. Se suele hacer con bromas y risas fáciles, charlas triviales, intelectualizando (en vez de experimentar y expresar…).

Tristeza y miedo son dos de las cuatro emociones básicas vinculadas a la vulnerabilidad. Además son dos emociones mal vistas en el hombre fiel a los mandatos del patriarcado. Sin embargo son dos emociones básicas, que expresamos de pequeños. ¿Qué ocurre entonces y “adónde van” cuando no se expresan?. Es importante, para entenderlo, diferenciar vulnerabilidad y debilidad. No podremos mejorar nuestra inteligencia emocional negándolas ni escondiéndolas.

 

Tristeza y miedo, vulnerabilidad y no debilidad

He vinculado tristeza y miedo a la vulnerabilidad y las desvinculo de la debilidad. Es importante, y especialmente para el alma masculina, establecer esta diferencia. Aunque creo que deficiente, podría considerar un consenso suficiente recurrir a las descripciones de la RAE.

Así vemos que define vulnerabilidad como:

– “Que puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente” “Algo susceptible de ser dañado, perjudicado o deteriorado”.

Define debilidad como:

– “Falta de vigor o fuerza física”. “Carencia de energía o vigor en las cualidades o resoluciones del ánimo”

Diferencia vulnerabilidad y debilidad

Vulnerabilidad no es debilidad.

Yo detecto en ambas descripciones una importante diferenciación que subyace a la descripción. Así parte de la definición de vulnerabilidad como algo “susceptible de ser” o “que puede ser”. He señalado expresamente el término ser que apunta a una cualidad inherente a ese algo/alguien. La vulnerabilidad es algo inherente a la condición humana. En el terreno emocional compartimos con los mamíferos el miedo y la tristeza.

Ahora bien cuando describe debilidad utiliza los términos “falta” y “carencia”. Y añade las cualidades de las que adolece ese algo o alguien débil: Vigor, fuerza física, resoluciones del ánimo…

Es decir, podemos ser vulnerables y a la vez fuertes (no débiles). Y esto implica aceptar tristeza y miedo como las dos emociones básicas que nos definen como seres humanos. Es vital entender, en términos de inteligencia emocional, estos matices: Aceptar nuestra vulnerabilidad, nos hace fuertes, aun cuando parezca lo contrario.

Ahora bien, ¿siempre es así?. Veamos una distinción importante.

 

Inteligencia emocional, emociones y sentimientos, temor y melancolía

Existen, los que podríamos considerar, “subproductos” del miedo y la tristeza: el temor y la melancolía. En el anterior artículo: Emociones y hombres ¿Qué nos pasa con el mundo emocional? destaqué lo consensuado como definición de emoción: “Conjunto de reacciones orgánicas que experimenta un individuo cuando responde a ciertos estímulos externos que le permiten adaptarse a una situación con respecto a una persona, objeto, lugar, entre otros”.

En lo que a este post concierne destaco de la descripción el fragmento: “responde a ciertos estímulos externos. Tristeza y miedo, como emociones básicas, responden al aquí y ahora de estímulos externos. Por ejemplo podemos sentir miedo ante un animal salvaje que nos amenaza. Podemos sentir tristeza ante la muerte de un ser querido. Pero… ¿qué ocurre cuando tristeza y miedo se dilatan en el tiempo más allá del evento presente? … Aparecen los sentimientos. Avanzar en nuestra inteligencia emocional requiere, también, tener clara esta diferenciación.

He señalado ya una de las diferencias entre sentimientos y emociones. Mientras las segundas están más vinculadas al presente y pueden tener una resonancia en el tiempo, en los primeros este eco en el tiempo se difiere más. ¿Por qué? Pasamos del reino de los mamíferos al humano.

En el sentimiento interviene, además de la reacción fisiológica, un elemento cognitivo. Podríamos resumir con una fórmula:

Sentimiento = Emoción + pensamiento.

Miedo y tristeza emociones; Temor y melancolía, sentimientos.

En el sentimiento se mezclan emociones y actividad cognitiva.

Resumiendo mucho, si al miedo (emoción) le añadimos una etiqueta cognitiva tenemos el temor (sentimiento). Si a la tristeza le añadimos un pensamiento de perdurabilidad tenemos la melancolía.

El sentimiento es la toma de conciencia de la emoción. Es una cualidad básicamente humana y no es “positiva” ni “negativa”. Como siempre depende del uso que hagamos.

El biólogo Humberto Maturana (uno de los referentes del coaching ontológico) escribió mucho al respecto. Si estás interesad@ añado un enlace a un extracto de dos charlas dictadas: EMOCIONES Y LENGUAJE EN EDUCACIÓN Y POLÍTICA

Definición de melancolía según la RAE:

  1. f. Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que quien la padece no encuentre gusto ni diversión en nada.
    2. f. Med. Monomanía en que dominan las afecciones morales tristes.

Una monomanía es una obsesión por una idea recurrente, es decir, el pensar reiterado y auto-referente. Tenemos, pues, una etiqueta cognitiva (puede ser una creencia, pensamiento automático, juicio etc.….) vinculada a la emoción de tristeza.

Definición de temor según la RAE:

  1. m. Pasión del ánimo, que hace huir o rehusar aquello que se considera dañoso, arriesgado o peligroso.
  2. m. Presunción o sospecha.
  3. m. Recelo de un daño futuro.

Términos como “aquello que se considera…” o «recelo» nos remiten, de nuevo, a etiquetas cognitivas o juicios.

Podemos ver, pues, cómo temor y melancolía son sentimientos derivados de dos emociones básicas: Miedo y Tristeza respectivamente. Si tenemos suficiente inteligencia emocional sabremos establecer la diferencia. Y a partir de aquí gestionar adecuadamente, bien sea emoción o sentimiento.

Aun cuando pareciera una digresión he creído oportuno hacer esta diferenciación entre las emociones y los sentimientos. Volvamos ahora al tema de Miedo y Tristeza en el hombre.

 

El lugar de poder de un hombre es su casa.

El patriarcado sostiene una dinámica en la que el valor fundamental es la dominación. El más inteligente, listo, rico, mejor posicionado etc. Sin embargo, en la realidad pocos hombres pueden aspirar a estas cotas de máximo poder. Por esto se estableció el “título honorífico” de “cabeza de familia” al hombre.

El hombre es el rey de la casa.

Existe una equivalencia peligrosa y equivocada entre poder y agresividad.

Es habitual aún en muchos países que la mujer pierda su apellido al casarse. Incluso los hijos, por defecto, adoptan el apellido paterno como el primero. Este no es más que un ejemplo de este mandato patriarcal.

Así pues, siendo el cabeza de familia el hombre, difícilmente expresará emociones vinculadas a la vulnerabilidad: Tristeza y miedo a la cabeza. El hombre adoptará roles que pueden ir de lo amorosamente protector a lo violentamente controlador. Tanto en un caso como en el otro, estas dos emociones básicas son incompatibles con el ejercicio de este rol.

Las emociones básicas -y sus derivados- más vinculados a la expansión (alegría y rabia) serán las predominantes en este estereotipo masculino. Por supuesto en detrimento de aquellas que supongan una contracción: Tristeza y miedo a la cabeza.

Así pues, los hombres, en términos de inteligencia emocional estamos «educastrados».

 

Tristeza y miedo entre hombres… ¿Qué tal?

Entre hombres, aún nos atrevemos menos a expresar emociones asociadas a la tristeza y el miedo. Es un mandato que tenemos profundamente internalizado. Además, si tenemos la obligación de ser los más…. (lo que sea), el introyecto profundo es que debemos competir con los otros hombres.

Podemos, si vamos muy “apurados” reconocer nuestra vulnerabilidad ante una mujer en la que confiemos mucho. Pero ante un hombre… es como exponer la yugular a la mirada del conde Drácula.

Y es aquí, donde la inercia de la educación, nos moviliza en sentido inverso al de la inteligencia emocional. Nos retenemos, bloqueamos y evitamos reconocer y expresar nuestras emociones y sentimientos.

Es precisamente por este motivo por el que la mayoría de los grupos de hombres son no mixtos. Se trata de superar esta barrera invisible, este techo de cristal. Ser capaces de “entre nosotros” reconocernos como vulnerables, con la tristeza y el miedo como principales causas. Y vencer esta inercia a competir entre nosotros bajo el criterio de aparentar no vulnerabilidad.

 

Los celos el miedo y la tristeza.

Nos volvemos celosos si percibimos una amenaza hacia algo que consideramos nuestro. Hay dos conceptos aquí interesantes: temor y nuestro. Sabemos que, en términos de inteligencia emocional, el temor es un miedo fantaseado. Y el concepto «nuestro» bebe de los mandatos del patriarcado y el amor romántico. La pareja es alguien «nuestro»…, 😯

Si a esto añadimos el mito del amor romántico “los celos son una muestra de amor”, tenemos la fórmula «perfecta».

Hombres y celopatía, terapia en Sabadell

El hombre no suele expresar los celos… hasta que los expresa.

Pueden ser celos a perder el ser querido (temor a que alguien seduzca a la pareja). También celos profesionales (temor a perder un estatus o rol social). El temor siempre implica un miedo a perder. Y el miedo a perder anticipa una tristeza por una pérdida anticipada. Este es el vínculo entre miedo y tristeza en los celos.

En los celos existe miedo (temor) y tristeza anticipados.

Mientras que la mujer es más proclive, si tiene celos, a expresarlo, el hombre suele callar. Existen estudios que, incluso evidencian que los hombres somos más celosos que las mujeres. Sin embargo la percepción social es contraria debido, precisamente, a que la mujer suele expresarlo más abiertamente.

Para la mentalidad masculina/patriarcal, expresar celos es una muestra de «debilidad». Y, por supuesto que en la mayoría de los casos existe una autoestima dañada. Pero el primer paso (¡cuidado no el único!) para sanarlos es reconocerlos. Y volvemos al precepto básico de la inteligencia emocional, tomar conciencia.

El hombre, cuando no expresa los celos, es como una “olla a presión” expuesta al fuego sin válvula de seguridad. ” Esto puede generar una explosión de rabia en el momento menos pensado. Esta rabia solemos justificarla mediante una proyección de la culpa en la mujer. Por ejemplo “soy celoso porque ella provoca a los hombres”. Cualquier cosa menos reconocer la emoción de la vulnerabilidad implicada en el temor a perderla.

Incluso, favorecido por el sistema patriarcal, existe el concepto de que la “pareja es mía”. Con este mandato social firmemente instalado, el hombre se exonera de aceptar el miedo y la tristeza anticipada de los celos. Esto hace, que la expresión de los celos en el hombre, sea mucho más violenta que en la mujer.

Los celos son más habituales en hombres que en mujeres…
pero los «expresan» de un modo distinto

Y si miedo y tristeza (emociones básicas) no están disponibles… aparece la rabia. La rabia, junto con la alegría, es la que completa el ciclo de las cuatro emociones básicas. A menudo esta rabia se expresa mediante la violencia machista.

Esta forma de expresión contaminada de los sentimientos es parecida a la gestión de la frustración en el hombre. Para más información mi artículo anterior: Emociones y hombres … ¿Qué nos pasa con el mundo emocional?

 

Inteligencia emocional y hombres un reto para avanzar hacia una sociedad igualitaria.

Hasta aquí un pequeño intento por señalar las reticencias del alma masculina ante los sentimientos y emociones que impliquen vulnerabilidad. Creo que debemos seguir trabajando para avanzar en nuestra inteligencia emocional. De este modo, gran parte de los problemas existentes en nuestra cultura patriarcal, creo, podrán, por lo menos, suavizarse. Los grupos de hombres pro-feministas trabajamos en esta línea.

Una de las modalidades terapéuticas más efectiva para el reconocimiento y expresión del mundo emocional es la Terapia Gestalt.

Hasta el próximo artículo, recibe un cordial saludo,

www.josepguasch.com

Anterior artículo relacionado: Hombres y emociones ¿Qué nos pasa con el mundo emocional?

Reconocer y gestionar miedo y tristeza

Tristeza y miedo entre los hombres. Inteligencia emocional y nuevas masculinidades. Josep Guasch, psicoterapeuta humanista, consulta en Sabadell.

 

Hombres y emociones, nuevas masculinidades Sabadell

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Emociones y hombres. ¿Qué nos pasa con el mundo emocional?

Emociones y hombres. ¿Qué nos pasa con el mundo emocional? Inteligencia emocional y masculinidad. Nuevas masculinidades y procesos terapéuticos en Sabadell.

Vivir las emociones y sentimientos.

La inteligencia emocional no debe basarse en hablar «acerca de», es más bien sostener y vivir las emociones.

A menudo escucho a amigos y compañeros de activismo decir aquello de “yo no soy machista”. A veces de un modo explícito, otras veces de un modo indirecto. Y yo creo que sí, sí somos machistas. Y no quiero con esto darme con un látigo (yo siempre he sido más hedonista que masoquista). Tampoco estoy resignándome ni vanagloriándome del machismo de los hombres.
Creo que solo desde la aceptación honesta (que no resignada) podemos avanzar en la deconstrucción de la masculinidad hegemónica.

El discurso políticamente correcto está bien. Pero es sólo el principio, sospecho que algunos hombres se quedan en eso, lo políticamente correcto. Y no es suficiente, a veces es incluso perjudicial. Creo que es necesario ahondar algo más, por eso el título “emociones y hombres”

¿Los hombres no tenemos emociones?

¿Los hombres no tenemos emociones? Claro que las tenemos…. Pero selectivas. ¿Y las emociones tienen que ver con nuestro machismo? Pues sí y lo veremos con ejemplos.

También veremos cómo machismo, (algunas) emociones y hombres están muy ligados.

Antes de empezar, matizar lo que he expuesto. No estoy haciendo una apología del machismo ni mucho menos. Más bien al revés. Pero quiero ser realista.

Como terapeuta soy consciente que lo que aprendemos de pequeños no se va de un día para otro. Y más aún si está acompañado de una fuerte presión social. Es necesario un norte y tenerlo claro. Pero una cosa es tener claro el objetivo y otro haberlo conseguido.

La nueva masculinidad tiene una asignatura pendiente. Integrar la inteligencia emocional como una parte de la vivencia diaria. No tanto como una teoría.

Conseguir una afinidad entre los hombres y las emociones es una asignatura pendiente en la masculinidad. Y si no superamos (vivencialmente) esta carencia, sólo nos quedaremos en palabras vacías.


Hombres y emociones, sentimientos, emociones secundarias…


Existe un extraño maremágnum semántico entre los teóricos de lo emocional. Yo, que congenio más con la praxis, no me llevo muy bien con el mundo de los conceptos. Sin embargo, por suerte algo está claro, el concepto emoción, a saber:

Conjunto de reacciones orgánicas que experimenta un individuo cuando responde a ciertos estímulos externos que le permiten adaptarse a una situación con respecto a una persona, objeto, lugar, entre otros”.

Inteligencia emocional vivencial y masculinidad, un reto pendiente.


Aunque hay otros modelos, para simplificar en este artículo utilizaré el de las 4 emociones básicas


Rabia
Alegría
Tristeza
Miedo.


En el artículo El patriarcado y sus mandatos señalé algo acerca de las 4 emociones básicas. Y también cómo el patriarcado articula la relación entre emociones y hombres mediante presuposiciones impuestas.

Así, rabia y alegría son entendidas como inherentes a las emociones del hombre. Tristeza y miedo, al ser etiquetadas en esa confusión entre debilidad y vulnerabilidad no son consideradas tan propias de hombres, 🙄 . Por supuesto hablo de estereotipos patriarcales vinculados a emociones y hombre.

En cuanto a los términos sentimientos y emociones secundarias tienen otras connotaciones. En lo que concierne a este artículo me centraré en algunos aspectos, no en todos. Utilizaré preferentemente el término emociones secundarias.


Las emociones secundarias y el aprendizaje en sociedad.


Las emociones secundarias son compuestas, algo más elaboradas y, sobre todo, aprendidas. Les acompaña, también, un fuerte componente social y valorativo, una suerte de creencias.

Emociones aprendidas

Algunas emociones se aprenden… y pueden des aprenderse...

Las emociones básicas son inherentes a nuestra condición de mamíferos y anteceden a las secundarias. Estas últimas las vamos construyendo hasta, más o menos los 8 años. Y esto es muy importante para entender el vínculo hombres y emociones.


Un ejemplo no muy extraño: Un niño, vive la realidad de papá como un ser (semi)ausente. Consecuentemente es mamá quien más le cuida. Habrá integrado, inconscientemente, el mandato “mamá debe cuidar de mí”. Ha vivido con tanta naturalidad los cuidados de la madre que asume, implícitamente, que es un deber de mamá cuidarle. Y, peor aún normalizará los descuidos de su padre.

Así, se enfadará más con su madre que con su padre al ser desatendido. Es otra forma de ese mandato “a las madres se le exige perfección, a los padres… no tanto”. Por supuesto esto es así siempre y cuando no exista una educación (llamémosle) correctora de la situación.

Pero esto va mucho más allá. ¿Qué ocurre cuando un hombre asesina a su pareja (o ex-pareja) y, acto seguido, se suicida? El suicidio no es ni explicación ni justificación del asesinato, pero algo ha ocurrido en ese arrebato. Veamos ejemplos habituales.


Hombres y emociones secundarias. Desarrollo social y mezcla de emociones.


La frustración es una de las emociones secundarias que pueden provocar más desacuerdos en pareja. Nace de una expectativa previa, muchas veces alimentada por los mitos del amor romántico. Cuando esta expectativa (responsabilidad de quien la construye) no se ajusta a la realidad, aparece la frustración.

Por ejemplo, imaginemos que en una reunión social la mujer disiente de su pareja (hombre en este caso). Él cree (expectativa/creencia) que su mujer nunca debe “disentir de él” en público. Pero además, para este hombre existe una relación de significado perversa pero muy habitual: “Si ella disiente de mí, quiere decir que no me respeta”. No olvidemos que hasta no hace mucho subyacía el principio de autoridad en el eufemismo “cabeza de familia/hombre”.

Hombres y emociones.

¿Vivimos desde la cabeza los hombres?

Así pues tenemos una creencia instalada desde la infancia que vincula a este hombre con emociones concretas. Probablemente nunca vio a su madre llevando la contraria a su padre en público. Esta es una impronta (experiencia/s significativa/s de referencia) no verbal que se instala como una creencia firmemente arraigada. Pero hay más: otra/s creencias vinculadas a los hombres y las emociones.


La doble naturaleza emocional de la frustración.

La frustración, como emoción secundaria, además de contaminada por lo cognitivo, es también mixta. La tristeza por la pérdida de la expectativa. Y también la rabia, a menudo dirigida “hacia afuera”. Esto si no somos capaces de entender que toda expectativa es responsabilidad de quien se la construye.

Tenemos pues rabia y tristeza unidas como vasos comunicantes en la frustración. Pero cuando nos miramos, hombres y emociones, nos damos cuenta que la tristeza no la llevamos nada bien. La tristeza implica pérdida y un hombre evaluado por los estándares del patriarcado es fuerte, dominante. La pérdida es mal aceptada.

Además, eso de llorar…. vuelvo al discurso del sólo bla, bla, bla…. Los hombres somos capaces de admitir verbalmente que no pasa nada si lloramos…. Y he visto a esos mismos hombres, en círculos de trabajo emocional, receptivos y protegidos, explicar historias muy dolorosas… Y no he visto ni una lágrima…. 😯


Volvamos a la frustración y sus dos depósitos emocionales como vasos comunicantes Rabia y Tristeza. Si la tristeza no la sostenemos…. ¿por dónde expresamos la frustración?. Por la rabia.


Rabia, agresividad y violencia en el hombre.

La agresividad, como expresión de la rabia, se transforma en violencia para reivindicar algo que vivimos como un derecho. Pero sabemos que la violencia es un comportamiento aprendido al servicio de los propios intereses. En este caso, equivocadamente, al servicio de lo que creemos nuestro derecho.

En este punto el hombre expresa sus emociones desde un lugar profundamente patológico. Cree que tiene un derecho, cuando esto es solamente una expectativa. Una creencia de cómo deberían ser las cosas. Algunas creencias profundamente arraigadas, distorsionan la realidad. Entonces el hombre vive sus emociones como un derecho a reivindicar.

Sostener las emociones sin contaminarlas.

Vivir creativamente las emociones, aun cuando nos incomoden.

También sabemos que, muchas veces, la rabia encubre a la tristeza. Es más fácil para los hombres relacionarnos con emociones que supongan expansión (rabia y alegría) que con otras que supongan contracción (tristeza). Incluso, a veces, ambas mantienen un extraño vínculo:

Algunos de los que nos dedicamos a esto, nos gusta contar cuentos. Hay uno que viene como anillo al dedo a esto, el de dos amigas…. La rabia y la tristeza


Si pudiste escuchar el cuento, estupendo, sólo son dos minutos. Si no el mensaje es simple: la tristeza, a veces, encubre una rabia no expresada. Y lo mismo es cierto al revés. En el caso que nos ocupa de la frustración espero que haya quedado obvio el motivo. Especialmente en esa extraña relación hombre – emociones.

Pero el mundo de los cuentos es el que es. Puede servirnos para una comprensión profunda, pero la trinchera del día a día es otra. ¿Qué podemos hacer los hombres para, en estos contextos, llevarnos mejor con la frustración? Ahí van unas cuantas sugerencias.


RECONOCER (Y honrar) LA TRISTEZA


– Una pregunta que puede formularse en modo genérico o bien situacional:

¿Qué me hubiera gustado que hubiera sido y, sin embargo, no fue?

La primera parte de la pregunta me pone en contacto con la ilusión de la expectativa. También con el implícito de la responsabilidad en la construcción de la misma.

– Reconsiderar las creencias implícitas.
– Aprender a pedir asertivamente.
– Desarrollar la empatía.
– Aprender a responder en vez de reaccionar. La respuesta viene de un espacio en el que respiramos y re-consideramos la situación. La reacción es rápida y automática.
– Aprender a sostener la frustración. Reconocer la propia responsabilidad en la expectativa auto-creada.
Sostener la tristeza, respirarla y examinar qué pasa en mi interior cuando la reconozco. Bien sea en mí o en otra persona. Por ejemplo, cuando un amigo se divorcia.


Por supuesto no entender la tristeza como victimismo o un modo de llamar la atención.


Hombres y emociones: Conclusión

Conexión cerebro corazón.

Darnos cuenta de las emociones, conciencia emocional.

Estos elementos cognitivos y emocionales siguen apareciendo, como implícitos, en las vidas de muchas familias. Y lo que vivimos en la infancia no se disuelve por una simple declaración de lo “correcto políticamente”. Es tanto como decir “sé que es malo fumar pero esto no me habilita para dejarlo si tengo la adicción”.

Para una profunda re educación emocional del hombre es necesario un trabajo vivencial. No solamente teórico, documentado y bienintencionado.

Lo expuesto es, por supuesto, solo una orientación. Salvar esta brecha entre hombres y emociones requiere, en ocasiones, un proceso vivencial y terapéutico.

 

Hasta el próximo artículo,recibe un cordial saludo,

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Anterior artículo relacionado: La relación con el padre y la deconstrucción de la masculinidad patriarcal

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Emociones y hombres. ¿Qué nos pasa con el mundo emocional? Inteligencia emocional y masculinidad. Nuevas masculinidades y procesos terapéuticos en Sabadell.

La empatía, entender al otro.

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Posiciones perceptivas, PNL y empatía.

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Las posiciones perceptivas y el observador

Posiciones perceptivas de la PNL para desarrollar la empatía

Aprender a empatizar es posible.

Las posiciones perceptivas forman parte de una de las prácticas de PNL más efectivas para el desarrollo de diferentes habilidades. Especialmente las habilidades de comunicación, por ejemplo, la empatía y la asertividad. En este post trataremos la empatía.

En el anterior artículo Habilidades sociales y empatía , indicaba que, a menudo se habla de empatía como la capacidad de ponerse en los zapatos de otro:

Es precisamente lo que en la práctica de las posiciones perceptivas se aprende…

Cuentan que un hombre, en un tren, vio que el compañero de asiento llevaba sólo un zapato, entonces le dijo:

– Disculpe, creo que ha perdido un zapato

A lo que el aludido respondió

– Se equivoca señor, he encontrado un zapato….

La importancia de las posiciones perceptivas para entender al otro. Consulta de Coaching y PNL en Sabadell

La importancia del observador al interpretar la realidad.

Esta anécdota nos ilustra sobre la importancia del observador a la hora de interpretar la realidad, pues una de las presuposiciones básicas del coaching transformacional es que vivimos en un universo de interpretaciones.

Por lo tanto, nuestro universo no es inocente a la definición que de nosotros mismos hacemos. Esta es una de las presuposiciones básicas de la PNL.

Podemos entonces, ampliar nuestra visión de la realidad adoptando distintas posiciones perceptivas que son puntos de vista desde los cuales observamos una misma realidad, hecho o relación. Veremos el papel que esto despempaña en la empatía.

Las cuatro posiciones básicas

A mediados de los años 80 Judith Delozier y John Grinder establecieron, en primer lugar, tres posiciones perceptivas básicas:

  • Primera posición perceptiva (Yo)
  • Segunda () y
  • Tercera (Observador).

Añadieron también una operativa práctica para acceder a estas distintas formas de interpretar la realidad.

Posteriormente, Robert Dilts añadió una Cuarta posición perceptiva (Nosotros).

Estos cuatro maestros de la PNL (Programación Neurolingüística) establecieron, definitivamente estas diferenciaciones.

Veamos a continuación cada una de ellas.

Posiciones perceptivas, 1ª posición: Yo

La perspectiva del yo, te asocia directamente con tu propia experiencia de la realidad, lo que ves, escuchas y sientes. Es tu propia visión de una experiencia o relación concreta.

Tu postura corporal será la habitual en ti y el lenguaje salpicado de palabras en primera persona (mi, yo, yo mismo, opino, creo, me ha pasado, mis pertenencias…).

  • ¿Qué es importante para ti?
  • ¿Qué quieres?
  • Cuáles son tus necesidades?

Por lo tanto, en este estado entras en contacto directo con tus sentimientos, prioridades y creencias. Es, por consiguiente, la ideal para aparecer y reivindicarte.

Posiciones perceptivas: 2ª posición: Tú

Contrariamente a la primera, la segunda se centra en el otro.

Esta segunda perspectiva es de vital importancia para desarrollar la empatía, por lo que si te interesa te recomiendo practicarla. También puedes complementar con este otro artículo sobre la el ponerse en la piel de otra persona.

La segunda posición ayuda a despertar la empatía.

Ponerse en la piel del otro con la técnica de las posiciones perceptivas.

De un modo parecido al que indiqué en el artículo Fantasías dirigidas y terapia Gestalt , puedes experimentar con identificarte con algo o alguien para ampliar tu visión de una relación, conflicto o situación concreta, en este caso te identificas con la otra persona. Como resultado te aproximas a percibir como piensa, siente y actua.

En la práctica que más adelante presento tienes unas pautas para hacerlo, pero evidentemente se trata de una capacidad que se desarrolla con la práctica continuada. Y esto es válido también para la empatía.

Es importante destacar que desarrollar este estado ayuda, especialmente, a la capacidad de “modelar”, uno de los recursos básicos de la PNL (programación neurolingüística) y el nuclear en el inicio de esta disciplina.

3ª posición: El observador

Esta tercera posición perceptiva tiene que ver con la de un observador imparcial, un testigo. A veces se induce la fantasía de imaginar ser un consultor o asesor externo que aconseja sobre posibles mejoras desde una óptica imparcial y profesional.

Con este estado incluyes, además, una visión algo más objetiva

Piensa por ejemplo en algo que te moleste de tí mismo. Si esto mismo le pasara a un amigo tuyo:

  • ¿Qué le dirías?
  • ¿Le dices a él lo mismo que a tí?
  • Y… ¿Cómo le dices lo que le dices?
  • ¿Qué ha cambiado en el qué y el cómo? ó…
  • ¿Qué cambia si te diriges a ti mismo de la misma manera que a otra persona?

Este es un modo de utilizar la 3ª posición.

Posiciones perceptivas: 4ª posición: Nosotros

Desarrollar la cuarta posición requiere alguna habilidad específica como la de tener una visión holística, genérica, desde la que la experiencia de ser todo el sistema es básica. Engloba a las tres perpspectivas anteriores, pero a diferencia de la tercera posición perceptiva, es a la vez inclusiva y no aséptica como sí lo es la tercera.

La visión del bien común debe predominar en esta posición. Conviene, antes de trabajar con esta cuarta, practicar con las tres anteriores.

Imagina, por ejemplo, el CEO de una empresa; su visión del funcionamiento de la misma debe ser objetiva en cuanto a la competencia que, entre sí, puedan tener los distintos departamentos.

Sin embargo un consultor (ajeno a la empresa aunque eventual colaborador) no está del mismo modo implicado en la organización, aunque también pudiera tener una visión objetiva.

Mientras el primero se implica en 4ª posición, el segundo lo hace en la 3ª.

Esta es la más actual novedad, de la mano de la PNL de tercera generación o generativa.

Las prácticas iniciales con las posiciones perceptivas

La tercera posición perceptiva de la PNL y la imparcialidad

La neutralidad de la tercera posición perceptiva de la PNL

Revive una situación de conflicto verbal con alguien.

Para empezar es conveniente que no se trate de situaciones con excesiva tensión, más bien algún desacuerdo ligero.

Reserva en el espacio tres lugares (pueden ser tres sillas, cojines, papeles en el suelo; o sencillamente tres espacios reservados sin más) que identifiquen a las tres posiciones perceptivas. Generalmente la primera te corresponderá a ti, la segunda a quien represente tu interlocutor y la tercera una perspectiva de observador.

Es recomendable un diseño de este tipo:

1ª Posición………………………….2ª Posición

…………………..3ª Posición…………………….

Seguirás con la siguiente:

Operativa

  • 1.- Ocuparás, en primer lugar, la posición 1 (Yo) y revivirás desde ahí la experiencia; revísala con ayuda de los inventarios A y B, una vez hayas realizado los dos inventarios, anota la intención positiva que te motiva en esta interacción con esta persona. Encontrarás una explicación más detallada de los dos inventarios y de la intención positiva más abajo.
  • 2.- Sal de ese estado y procura “despejarte” de él, por ejemplo tomando un vaso de agua, haciendo unas cuantas respiraciones, estiramientos… lo que sea para deshacerte de la experiencia.
  • 3.- Colócate en la segunda posición, y repite el paso primero, pero “como si” fueras esa otra persona. Sumérgete en la experiencia revisando los dos inventarios y la intención positiva, «como si» (insisto) fueras esa persona.
  • 4.- Como en el paso 2.- despéjate de la experiencia.
  • 5.- A continuación, ocupa la tercera posición perceptiva, procura hacerlo con una postura corporal equilibrada y simétrica. Revisa la relación entre las dos posiciones con total ecuanimidad y asepsia; desde una óptica neutral, distante y sin emociones.
  • Descubre nuevas informaciones desde este lugar, especialmente en lo relativo a la primera posición (Yo) que contribuyan a mejorar esta relación.

 

Los dos inventarios y la intención positiva en las posiciones perceptivas

Inventario A

  • Acerca de tu experiencia corporal… ¿Qué descubres? ¿Qué y cómo son tu postura, movimiento/s, gestos, respiración, zonas de tensión…?
  • La experiencia sensorial. El modo en que captas la realidad a través de los sentidos y cómo organizas en tu interior esta experiencia. ¿Qué ves y cómo lo ves? ¿Qué oyes y cómo? ¿Qsensaciones corporales tienes y cómo son?
  • El modo en que transmites mediante el lenguaje. Palabras que utilizas, tono de voz, modulación…
  • Tus emociones. ¿Qué emociones y sentimientos tienes y cuál es su intensidad?
  • Los patrones cognitivos que aparecen en forma de imágenes, recuerdos asociados, diálogo interno, pensamientos automáticos

Inventario B

  • ¿En qué entorno tiene lugar la experiencia? ¿Dónde, cuándo, con quién?
  • ¿Qué conductas, comportamientos, acciones visibles (postura, movimiento, gesto…) te caracterizan?
  • ¿Qué capacidades, conocimientos, estrategias, habilidades, experiencias, utilizas? … ¿Cómo utilizas tu mente?
  • ¿Qué creencias, expectativas, presuposiciones, criterios, prioridades, opiniones, valores…. defiendes en esta posición?
  • ¿Qué sensación (en un sentido amplio) te genera “ser” quien eres en este momento?
  • Es probable que también quieras explorar a qué propósito superior (tal y como tú lo entiendas…) subordinas tu actividad o relación en este momento.

La empatía es una cualidad que se puede desarrollar.
Con las posiciones perceptivas de la PNL puedes conseguirlo.

Los conceptos vinculados en este inventario tienen que ver con los llamados «niveles lógicos» en PNL. Puedes, si lo deseas, ampliar este concepto en el artículo «Ser y hacer, el sendero de los niveles neurológicos en PNL«

Al empezar una práctica es recomendable poner bien los cimientos aunque pueda parecer tedioso e incluso repetitivo hacerlo con los dos inventarios, sin embargo, con el tiempo irás adquiriendo la habilidad de seleccionar las distintas variables de un modo más rápido e intuitivo.

La Intención positiva y las posiciones perceptivas.

Todo comportamiento negativo tiene una intención positiva, entenderlo para desarrollar la empatía.

No siempre es suficiente con tener buena intención.

En cada una de las dos primeras posiciones (no en la tercera) pregúntate:

  • ¿Qué intención positiva o necesidad estás defendiendo o reivindicando?
  • ¿Cómo te haría sentir, internamente, conseguir esta intención positiva o necesidad mediante esta actividad o relación?¿Cómo definirías tu estado interno?

Para finalizar indicar algo importante. Pocas veces se resalta en los tratados y libros de PNL (Programación Neurolingüística) que la “intención positiva” tiene que ver más con un estado interno (sensación, sentimiento…) que con una acción. Por ejemplo, cuando un niño pequeño hace travesuras para llamar la atención, la intención positiva puede ser el reconocimiento, llamar la atención es la estrategia y hacer travesuras el modo en que da forma a la estrategia, la táctica.

Comentario importante para los muy mentales, 💡 , no se trata de adivinar o acertar la intención positiva de nadie (aunque acertarás mucho con la práctica), más bien que adoptes la posición perceptiva “como si” fuera real; cuando te acostumbres a esto, tu actitud y sobre todo tu sentir interno te lo agradecerán.

Del mismo modo, en esta línea, también puedes preguntarte por los beneficios potenciales que pueden transformarse en reales, si encaras esta situación difícil como una oportunidad y/o un aprendizaje.

En conclusión, la visión de la intención positiva es especialmente útil en la comunicación, pero también en los procesos de psicoterapia y coaching.

La justicia y la empatía no están reñidas, consulta de coaching y PNL en Sabadell

La justicia debe ser imparcial

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La empatía, ponerse en el lugar del otro

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Habilidades sociales y empatía

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¿Qué es la empatía?
¿Podemos potenciarla y/o mejorarla?
¿Conocemos la diferencia entre empatía y simpatía?
¿Cuál es el origen de la expresión «ponerse los zapatos del otro»?

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Con la empatía conectamos con el universo emocional del otro

La empatía es un aspecto de las habilidades sociales, que forman parte, a su vez, de la Inteligencia Emocional. Se define a menudo como la capacidad para comprender el mundo emocional de las personas con las que interactuamos. En consecuencia implica ponernos en su lugar, comprender, más allá de las palabras (o junto con ellas) sus sentimientos.

Siguiendo el modelo de la Comunicación No Violenta de Marshall Rosenberg, detrás de todo sentimiento se esconde una necesidad. Cuando son insatisfactorios, se refieren a una necesidad no resuelta. Esta visión amplía el espectro de acción de la empatia y permite profundizar en la comprensión del otro.

A menudo la empatía se confunde con la simpatía, y si bien ambos procesos pueden ser complementarios, son distintos.

La empatía, definición. Diferencia con la simpatía.

Etimológicamente el término simpatía viene del concepto latín sympátheia. El prefijo sim (sym) nos informa de reunión, concordancia y pátheia que se refiere a una afección, física o emocional, en el sentido de experiencia. En un sentido amplio en lo que nos ocupa, podríamos hablar de “reciprocidad de sentimientos”.

La simpatía, es una inclinación afectiva entre dos o más personas, una resonancia en una “misma frecuencia”. En general la simpatía es algo que surge espontáneamente, al principio de una relación y suele ser recíproca. Sin embargo, también puede ir apareciendo mientras madura la relación.

La simpatía siempre viene referida al universo interior de la persona. Con la simpatía estoy presente en mis sentimientos hacia la otra persona. En modo distinto, con la empatía estoy presente en los sentimientos de la otra persona para acompañarla, esté o no de acuerdo, y tanto si me “cae bien» (simpatía), como si me «cae mal».

La empatía nos permite percibir el estado de ánimo de la otra persona y las necesidades que subyacen. Sin embargo no existe un vínculo afectivo, no exige que compartamos la experiencia o las causas que la originan.

Con la empatía podemos acompañar desde una óptica de conocimiento más que de sentimiento.

La capacidad de empatizar es a la vez una actitud y una aptitud que se retroalimentan la una a la otra. Veremos a continuación qué caracteriza la actitud empática:

Empatía, actitud y escucha activa

El filósofo chino Chuang-Tzu, definió la escucha en los siguientes términos: “Escuchar simplemente con los oídos es una cosa. Escuchar con el entendimiento es otra distinta. Pero escuchar con el alma exige vaciar todas las facultades. Y cuando las facultades están vacías, es todo el ser el que escucha. Entonces se capta de manera directa aquello que se tiene delante, lo cual jamás podría oírse a través del oído ni comprenderse con la mente”.

Escucha activa y empatía, consulta y formación en Sabadell

La escucha activa nos permite captar al otro en su totalidad

De hecho, un requisito básico para la empatía es esta habilidad de “escucha con el alma”, mediante la cual “vaciamos todas las facultades”. Pero ¿a qué se refiere cuando habla de esto?

Si reflexionamos sobre lo expuesto anteriormente, en el sentido que podemos empatizar sin necesidad de estar de acuerdo, o incluso “cayéndonos mal alguien”… llegamos al concepto de “poner entre paréntesis” nuestros juicios y prejuicios, valores, criterios y actitudes generales que caracterizan nuestra forma de ser, estar y aparecen ante el mundo.

La práctica de “poner entre paréntesis”, término acuñado por la terapia gestalt, se refiere a la actitud receptiva, de apertura y flexibilidad necesaria, aquí y ahora, libre de filtros que pudieran contaminar la recepción empática y apresurar juicios o conclusiones prematuras.

«La única relación auténtica y duradera que vamos a vivir
a lo largo de toda nuestra vida
es la relación que mantenemos con nosotros mismos.

El resto de relaciones no son más que un juego de espejos y proyecciones»
Jiddu Krishnamurti

Empatizar, escuchando «como si fuera la primera vez»

Un asistente a uno de los talleres que imparto sobre conciencia empática, tras un ejercicio de escucha activa dijo que había hablado con su interlocutor «como si hubiera sido la primera vez», a pesar de que se conocían. Esta es la frescura del momento presente en el que ocurre realmente el encuentro empático.

Si bien la escucha activa merece un trabajo aparte, podemos decir que es el principio (sine qua non) sobre el cual se edifica la actitud empática. Sin escucha activa no hay empatía y, aunque pudiera parecer paradójico, para escuchar activamente, debemos despojarnos (transitoriamente) de nuestras opiniones y preconceptos. Sin escucha activa, no existe el ponerse los zapatos del otro, expresión con la que, a veces, identificamos la empatía. Pero… ¿De dónde viene esta expresión?

El origen de la expresión ponerse los zapatos del otro

Ponerse en los zapatos del otro

Empatía, ponerse los zapatos de la otra persona.

A menudo se dice metafóricamente que la empatía significa ponerse los zapatos del otro. Esta expresión viene de una costumbre de los indígenas apaches. Cuando querían demostrar su amistad a alguien, se descalzaban y ofrecían sus mocasines. Era un modo de ofrecer su amistad.

Pero, para ponerse los zapatos del otro, antes debemos quitarnos los nuestros… Y, en esto, hay algo que ya he dicho.

A menudo se define la empatía como ponerse (EN) los zapatos del otro.

Hasta el próximo artículo, recibe un cordial saludo.

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Josep Guasch, coaching y psicoterapia en Sabadell

La empatía, Ponerse los zapatos del otro, Sabadell y online. Formación y procesos individuales y de grupo. Josep Guasch, coach, psicoterapeuta, consulta de coaching y psicoterapia (Ansiedad, acompañamiento y estrategias para adelgazar, dejar de fumar, autoestima, adicciones, Terapia fatiga pandémica por coronavirus) en Sabadell y Terrassa