La matrix de nuestras creencias, consulta en Sabadell, Terrassa y online. Josep Guasch, psicoterapeuta, coach, Coaching y psicoterapia (PNL, Hipnosis, Terapia Gestalt, Análisis Transaccional, Niño interior, tratamiento fatiga pandémica)
“En un lugar, no sé dónde,
había no sé qué santo,
que rezando no sé qué,
ganaba no sé cuánto….”

Nuestras creencias conforman el molde que dibuja nuestro guión de vida.
Para estudiar el vínculo entre creencias y lenguaje empezaré por profundizar en eso que llamamos creencias. Pero lo haré bajo un punto de vista distinto al habitual. Lo presentaré con el concepto de la matrix de nuestras creencias. Y para explicarme empecemos por definir el concepto matrix. Traducido al castellano “matriz”, es decir un molde en el que se da forma a algo. Por extensión la RAE la define como una entidad principal generadora de otras. En psicoterapia y coaching se estudia algo conocido como guión de vida. Se trata de un argumento vital que gravita alrededor de una constelación de creencias. El guión vital es el núcleo, la matrix de nuestras creencia
¿Qué relación tiene el concepto matrix y las creencias? Para esto me remitiré a un hipotético experimento propuesto por la filosofía.
El cerebro en una cubeta y la matrix de nuestras creencias.
“El cerebro en una cubeta” es un experimento mental. Plantea la posibilidad de un cerebro mantenido vivo, en condiciones de laboratorio, y conectado a una súper computadora. Esta ofrece una serie de estímulos que procuraría al cerebro la ilusión de vivir en una realidad. Por supuesto, un experimento mental plantea un escenario hipotético, imaginado. La virtud de esta conjetura es que ayuda a pensar un poco más allá de nuestros límites.
La famosa película matrix partiría (en modo similar) de este supuesto. Estamos prisioneros de una realidad virtual que nos ofrece un escenario al que no podemos objetar nada. Y no podemos objetar nada a esta realidad pues la prueba para hacerlo está “fuera” de este universo virtual… Salvo, claro está… que tomemos «la píldora». Podríamos decir, de otro modo, que decidamos emprender un proceso de coaching o psicoterapia.
¿Es posible que nuestras creencias estén influenciadas
por una matriz que nos define?

¿Somos cerebros que creen vivir una vida?
Veamos, para empezar, cómo percibimos la realidad con la vista.
1º.- El ojo percibe los estímulos luminosos en forma de ondas electromagnéticas. Estas contienen información relativa a la intensidad y color de la luz.
2º.- Posteriormente, la retina transforma la luz en impulsos nerviosos (de naturaleza eléctrica). Estos impulsos nerviosos se dirigen al cerebro a través del nervio óptico.
3º.- El cerebro es quien procesa los estímulos, los reconoce, interpreta y da formas útiles y con sentido para nosotros.
Así, pues lo que percibimos “ahí afuera” es algo transformado “aquí adentro”. Es decir, nuestro cerebro nos ofrece su versión de lo que ocurre en el mundo externo. Yo diría que esta es la primera matrix de nuestras creencias. Es decir, si pudiera verme tal como soy, no sé si me asustaría, me disgustaría o me alegraría.
Pero hay más, mucho más….
Noam Chomsky, estructura profunda y estructura superficial.
Chomsky, en su visión de la gramática transformacional, establecía estos dos niveles Estructura profunda y Estructura superficial. Posteriormente, la programación neurolingüística incorporó este modelo para estudiar la comunicación. Veamos un ejemplo.
Mi amigo me dice: “Ayer compré un coche”. Esta es la estructura superficial. Yo puedo, en ausencia de más datos, imaginar que compró un coche marca Audi Quattro, de color gris marengo. Por supuesto en un concesionario Audi que conozco y el vendedor, alguien vestido con un traje azul oscuro.
Ahora, amig@ lector/a ¿qué imaginaste tú?
Si imaginaste lo mismo que yo, ¡compartimos algo de una misma matrix!, es bastante improbable. Sin embargo podríamos ir más allá. El vendedor ¿hablaba catalán o castellano?, ¿era alto, bajo, con bigote?, ¿había más coches? ¿Qué otros coches había en el concesionario? Y así podríamos ir ampliando las posibilidades.
Es decir, inconscientemente, cada uno de nosotros “rellena” la información que falta con nuestro universo interpretativo. Es la estructura profunda, hacia dónde, internamente, nos lleva cada frase. Para ser algo más gráfico yo imagino la estructura profunda como las raíces de un árbol. Raíces que pueden ramificarse hasta casi el infinito y sustentan el tronco y la copa, la estructura superficial. Y aunque no lo parezca, ya estamos en la matrix de nuestras creencias, y hemos pasado por dos matrices.
- La primera, lo que vemos ahí fuera es una interpretación de nuestro cerebro.
- La segunda, derivada de la frase de mi amigo: “ayer compré un coche”.

Lo que decimos, es apenas la parte visible de lo que está en nuestra vivencia interior.
Veamos la segunda matriz. ¿Podemos realmente visualizar un coche como un ente abstracto? Yo no, y sospecho que, generalmente, nadie es capaz de hacerlo. En nuestro universo interno le damos una forma, aunque no seamos conscientes. ¿Por qué (yo) elegí visualizar un Audi quattro? Es un coche elegante, seguro y veloz. Aquí ya aparecen, espontáneamente, tres valores: elegancia, seguridad y velocidad.
Ahora bien…¿Cómo se relacionan valores y creencias?
Otra persona bien pudiera visualizar estos tres valores en marcas distintas de coches. Un Volvo, un Lamborghini, un Ferrari…etc. La relación entre el valor y cómo lo vemos en la realidad forma parte, también, de la matrix de nuestras creencias. Y aún más, otra persona podría haber elegido visualizar otro tipo de coche en función de otros valores. Por ejemplo, seguridad, fiabilidad, comodidad etc. Y aun así podríamos discutir acerca de qué coches distintos representan estos valores.
Valores y creencias, el vínculo subjetivo
Una vez leí sobre dos socios que tuvieron que pedir un proceso de coaching para resolver una serie de desavenencias. Los dos estaban de acuerdo en un valor que era el núcleo de la beligerancia: profesionalidad. A uno, su profesionalidad le “obligaba” a ser el primero en entrar y el último en salir del trabajo. Es decir, dar ejemplo a los colaboradores. Para el otro, la profesionalidad era algo distinto. Fijar un objetivo, definir un plan de acción y comunicarlo de un modo claro a los colaboradores. Y, por supuesto, conseguir el objetivo o corregir el plan de acción si procedía. Vemos, pues, dos manera de entender un valor en la matrix de las creencias de estos dos socios.
Y, ¿en qué se basan nuestras creencias? Pues yo creo firmemente que en nuestras experiencias más tempranas, o algunas otras que nos impactaron profundamente. Por supuesto, la idea no es mía. La construcción lingüística que las refleja no es más que una forma de expresar una convicción interna que está por debajo de las palabras. Por eso, en el trabajo con las creencias no suelo proponer frases “positivas” más que como un refuerzo. Son solamente la estructura superficial, no la profunda matriz, el núcleo.
La creencia es una convicción interna acerca de la realidad que le otorga sentido y significado. Suele tomar forma de generalización. La generalización es, también, una matrix de creencias. Por ejemplo, una vez me mordió un perro y es posible que ahora tema a todos los perros. Esta es la base del trabajo de reimpronta. Identificar la primera vez que algo nos impactó lo suficiente para instalarse como generalización. Una primera impronta.
Valores y creencias, más ejemplos.
Define la palabra libertad y pide a alguien más que la defina, sigue con palabras como honestidad, dignidad… palabras referidas a valores y cualidades más abstractas. Es probable que las discrepancias vayan en aumento…
Las palabras tienen la capacidad de evocar imágenes, recuerdos, asociaciones, valores, conceptos anclados en nuestra experiencia interna, subjetiva. Y si bien una palabra es una convención asociada a un significado en cada cultura, no siempre está claro a qué experiencia interna individual se refiere. El significante (los signos gráficos en cuanto convenciones que expresan una palabra en un idioma concreto) de cada palabra nos remite a una Estructura Superficial, mientras que el Significado nos dirige hacia la Estructura Profunda (imágenes y experiencia subjetiva individual). Además, muchas, de las palabras están asociadas nuestra matrix de creencias profundas.
Y esto no ha hecho más que empezar….
Y ahora va una matrix de creencias universal (o casi)….
Cuando responsabilizamos a los demás de nuestro malestar.
Veamos frases como: “Me enfadé por lo que dijo mi hermano”, “me ofendió”, “me haces sentir obligado”. La primera realidad que subyace, en modo algo distinto, en cada una de estas frases es la misma. Es tanto como decir, “la causa de mi enfado, malestar etc.….” es otra persona.
Don Juan, el brujo que aleccionó a Carlos Castaneda, hablaba de esto como la importancia personal. Castaneda lo recogió en la siguiente frase:
“El mayor enemigo del hombre es la importancia personal. Lo que lo debilita es sentirse ofendido por lo que hacen o dejan de hacer sus semejantes. La importancia personal requiere que uno pase la mayor parte de su vida ofendido por algo o alguien.”
Ese apego a la importancia personal es una de las más importantes matrix de nuestras creencias. De ahí derivaron los toltecas la necesidad de borrar la historia personal. Esa tradición chamánica lo trabaja con la recapitulación. Taisha Abelar describe esta técnica de un modo novelado en su libro “Donde cruzan los brujos”. Y aquí voy a ser doblemente molesto, esto último es también una creencia.

La importancia personal y el egocentrismo.
Quiero ser muy claro (no sé si lo consigo). No voy de gurú, no quiero aleccionar a nadie, yo soy el primero en caer en estas creencias. Somos humanos y, en cierta medida, es normal que este tipo de matrix de creencias nos tengan. Pero puedo elegir verlas, no verlas y, eventualmente, soltarlas. También puedo darme cuenta que aún no estoy preparado para soltarlas. Sólo propongo un trabajo de conciencia.
Ahora te propongo examinar las tres frases anteriores.
“Me enfadé por lo que dijo mi hermano”; Causa-efecto.
Yo creo que es la frase menos manipuladora de las tres. Por lo menos reconoce que “me enfadé”, no que “me enfadó”. Pero ese enfado lo atribuye a lo que dijo la otra persona (su hermano). Lo veremos con más detenimiento en otro post, pero forma parte de las creencias con estructura “causa-efecto”. En la estructura profunda subyace la creencia “tú eres la causa de que yo me enfade” (a mí mismo).
Fritz Perls, el creador de la terapia gestalt, era visceralmente claro, a veces parecía hasta redundante (y esto es mi creencia). Podía hacerle decir a esta persona “yo me enfado a mí mismo” (cuando escuché lo que dijiste). Hasta la segunda parte de la proposición la obviaba, por eso la pongo entre paréntesis. Y en realidad es así, nadie puede hacernos daño con insultos o menosprecios a menos que nos agreda físicamente. El problema es siempre lo que nosotros hacemos internamente con lo que nos dicen.
Que alguien pueda hacernos daños con lo que nos dice, es una de las matrix de nuestras creencias más limitantes y falsas.
Esto no quiere decir que tengamos o no razón según los convencionalismos sociales (otra gran creencia). Quiero que se me entienda bien, no estoy en contra de las creencias, sí quiero visibilizar cómo nos tienen. Cómo necesitamos, como cultura, vivir en una matrix de creencias.
Seguro que es humano «sentirse» herido si un ser querido nos menosprecia. Pero ese “sentirse” herido es un “sentirme” herido por las expectativas que deposité en esa persona. Y probablemente necesite un tiempo para redefinir mis expectativas acerca de ese alguien. O probablemente acerca de mí. O nada de eso o ambas cosas a la vez. Pero vuelvo siempre a mí.
“Me ofendió” la matrix de creencias más demoledora
Es la forma de expresar la creencia más “a saco”. Ya no es como antes que en la estructura profunda de la persona subyacen dos momentos. “Yo me enfadé…. (Tiempo uno) por lo que dijo él» (tiempo dos). En la estructura profunda de esta frase subyace la idea “él me lanzó una ofensa”. Implícito necesario para comprender el “me ofendió”.
La palabra ofensa es una nominalización, es decir, congela un acto en curso en una sustantivación. Es una de las formas más utilizadas para manipular sutilmente. En otro post hablaré sobre esto pues merece capítulo aparte. De todos modos, si quieres, puedes leer este artículo sobre las nominalizaciones como estrategia de manipulación
“Haces que me sienta obligado, atacado, etc… “la crème de la crème”

¿Nos enfadan o nos enfadamos?
Para mí es una matrix de creencias estrella. Encierra un auto-engaño, un equívoco y una manipulación, todo en unas pocas palabras.
En primer lugar el “haces que me sienta” nos remite, a la creencia referida anteriormente. La causa-efecto. “Alguien del exterior me hace sentir….X”. Ya hemos visto como, en realidad, somos nosotros los que nos «montamos nuestras películas». Veamos la otra parte:
“Haces que me sienta (obligado, manipulado, atacado, vigilado, engañado etc.…). Otra variante “me haces sentir…X”. Aquí tenemos lo que yo he bautizado como una “creencia perfumada” (cuidado, la “etiqueta” es sólo cosa mía). Alguien me dijo una vez: “Me haces sentir atacado”, yo, supongo que puse cara de extrañado. Entonces me espetó… “Ahhhhhh como es mi sentir….” (Creo que me daba a entender que como era su sentir, estaba excusado de cualquier otra consideración al respecto).
Responsabilidad frente a proyección.
Yo propongo otra forma de decir esto. «Creo que me estás atacando», o «creo que me intentas manipular», «creo que me estás obligando»…. Por dos razones:
1.- Los verbos atacar, manipular, engañar, vigilar, obligar, olvidar, etc.… NO SON SENTIMIENTOS NI EMOCIONES. Por lo tanto, anteceder el “sentir” como algo espontáneo que surge de una emoción o sentimiento es puro engaño… Y también un intento de manipulación. Es típica la frase: «siento que ya no me quieres como antes». Es triste, pero no es sentir, es creer.
2.- Reconocer la creencia nos responsabiliza de nuestra interpretación. Es más honesto. En PNL, a este tipo de creencia se le llama LECTURA MENTAL. Básicamente es pretender adivinar lo que el otro siente, pretende, necesita etc.… Y, ¡cuidado! No presupongo que sea cierto o no, solo caer en la cuenta de que es una creencia.
Yo creo que una forma más correcta de decirlo sería: “Creo que me estás obligando y me siento enfadado (o triste, indignado, frustrado etc.…)”. El enfado sí hace referencia a un sentir. Así incluimos en una frase el sentir y la creencia. No deja de ser una matrix de creencias, pero más limpia.
Bueno, como he dicho antes, esto solo ha empezado. Seguiremos en otro artículo.
Hasta entonces, recibe un cordial saludo,

Las conexiones en nuestro cerebro se alimentan de nuestras experiencias y estas conforman nuestras creencias.
Anterior artículo relacionado: Lenguaje y realidad. Cómo las palabras revelan y construyen nuestra realidad.
Siguiente artículo relacionado: El origen de las creencias limitantes. Lo que nos impide ser nosotros mismos.
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La matrix de nuestras creencias, consulta en Sabadell, Terrassa y online. Josep Guasch, coach, psicoterapeuta, consulta de coaching y psicoterapia (Asertividad, liderazgo, terapia de pareja, celos, ludopatía, depresión, tratamiento fatiga pandémica)
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