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Mi padre y yo. El espejo para transformar la masculinidad.

Mi padre y yo, la construcción de la masculinidad. Relación con el padre y nuevas masculinidades, Nous Homes de Sabadell

 

La relación con el padre y nuevas masculinidades

La relación con el padre, imagen de la masculinidad

Buscando en internet el título/tema “mi padre y yo” he tropezado con dos libros. Uno de J.R. Ackerley y otro de Juan Manuel Gil. No he leído aún ninguno de los dos, pero sí las sinopsis.

Con relatos distintos, el tema de siempre. Sospecho que tan antiguo como la creación. Esa eterna historia de encuentros y (casi siempre) desencuentros típica de la masculinidad entre “mi padre y yo”.

El motivo de este interés no es otro que la experiencia que en Nous Homes de Sabadell estamos transitando acerca del vínculo con nuestro padre. Los hombres actuales hemos heredado esta forma de ser hombre, precisamente de nuestros padres. Podemos aceptar, rechazar, discutir, anatemizar y todas las disidencias y acuerdos posibles…. Pero ahí está… y aquí estamos nosotros. Con nuestras herencias y disidencias. Y la herencia del patriarcado acerca de «cómo ser hombre», constructo heredado de nuestros padres. Y, por supuesto, alimentado por una sociedad patriarcal.

Creemos que es esencial en la construcción de nuevas masculinidades este tránsito vivencial. Saber de dónde venimos. Porque en ello están gran parte de nuestras sombras internas acerca de lo que (creemos) es ser hombre.



Mi padre y yo en el libro “De la madurez masculina”.

En el libro “De la madurez masculina” se dedica un título completo a este temazo. La relación entre “mi padre y yo” aparece descrita en forma trágico – cómica en un diálogo hijo-padre:

Un hombre joven e independizado decide restañar la brecha con su padre y le llama por teléfono. Transcribo la conversación tal y cual está en el libro de Steve Biddulph:

Hola, papá, soy yo.
– ¡Ah! ¡Vaya! Hola, hijo. Voy a buscar a tu madre
– No, no lo hagas. Es contigo con quien quería hablar…

Hay un momento de silencio… y luego….

¿Por qué? ¿Necesitas dinero?
– No, no es por dinero.

Y el joven empieza a hablar (ya lo tenía todo pensado, pero aun así las palabras le salen de una forma insegura…)

– He estado recordando muchas cosas sobre ti, padre, y las que hiciste por mí. … Ahora me va bien y todo gracias a lo que hiciste… He estado pensando en ello y me he dado cuenta de que nunca te había dado las gracias.

Silencio en el otro extremo del teléfono. El hijo continúa…

– Quería decirte… Gracias. Y que te quiero.
¿Has estado bebiendo?

 

Mi paddre y yo, el origen de la masculinidad

¿De qué hablamos los hombres…?

En este diálogo hay muchos, muchísimos estereotipos de la masculinidad patriarcal. Y aunque nos definimos como hombres pro-feministas, entendemos que tenemos un sendero propio a recorrer.

La de-construcción de la masculinidad hegemónica no solamente significa la renuncia a los privilegios que nos otorga el patriarcado. No solamente el activismo decidido por la igualdad con nuestras compañeras, las mujeres. Incluye todo lo anterior y algo más.


Las nuevas masculinidades y el mundo emocional

Este algo más rezuma en la relación entre “mi padre y yo”. La meta/educación que, por defecto, nos transmitieron nuestros padres con su ejemplo. El gran tabú de la masculinidad hegemónica:

El reconocimiento de nuestro mundo emocional, de nuestra capacidad de sentir. Reconocer que somos capaces de emocionarnos, amar, entregarnos. Que tenemos una sensibilidad que puede florecer con un poema, una relación, una flor, unas palabras… Y para rizar el rizo…. ¡HACERLO EN COMPAÑÍA DE HOMBRES!. 🙄 😯 .

Esta es, creo, la experiencia iniciática de la masculinidad. Sí, a los hombres nos resulta difícil reconocernos vulnerables. Pero como intuimos que una mujer nos puede entender mejor… no nos resulta tan difícil hacerlo con ellas. Bien sea pareja, hermana, amiga, la madre…

Pero reconocer esto ante un hombre o grupo de hombres…. Para la sombra de la masculinidad patriarcal que habita en nuestro inconsciente profundo es terrorífico. ¡Es como ofrecer la yugular al conde Drácula!. 😕

Y es de esto que, cuando pienso en la relación entre mi padre y yo, creo me quería proteger.

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Mi padre y yo…. Pero ¿de qué quería protegerme mi padre aun cuando no lo supiera?

Muchas veces cuando pienso en la brecha entre mi padre y yo me pregunto: ¿Qué había en su corazón que nunca fue expresado y normalizado? Ahora entiendo que él, sin saberlo, me transmitió lo que generaciones y generaciones de hombres han mantenido durante siglos.

“Los hombres somos fortalezas insensibles a cualquier dolor”.

El papel protector de la masculinidad

Paternidad, función protectora… y ¿sobreprotectora?

Es obligación vivida como deber. Impuesta por la amenaza. Sí, porque formar parte del “selectivo” club de los hombres significa ser duro, fuerte, insensible.

Si un hombre (llamémosle hegemónico) descubre mi vulnerabilidad, para él, “dejaré de ser hombre”. Esto es de lo que nuestros padres nos quisieron proteger. Entender esto, la intención positiva detrás de ello, es lo que puede ayudarnos a reconciliarnos con ellos, con nuestros padres. Es lo que me ayuda a suavizar la brecha entre él y yo.

Darnos cuenta de que la intención es/era buena es el primer paso. Pero no nos exime de la responsabilidad de encontrar nuevas formas de relacionarnos¡¡entre hombres!! Por supuesto no excluyo en esto a mujeres y personas en general. Pero uno de los grandes problemas es cómo nos relacionamos entre compañeros de género.



El caballero de la armadura oxidada.

Recuerdo uno de los primeros trabajos que hicimos en “Nous Homes de Sabadell”. La lectura y conclusiones acerca del libro “El caballero de la armadura oxidada”.

En forma metafórica este libro expresa el modo en que aparecemos los hombres. ¡Con una armadura! ¡Y más aún entre hombres! Pues tenemos tan interiorizada la armadura que si nos desprendemos de ella es como si no supiéramos quiénes somos. Pero sí sabemos de quiénes defendernos. ¡De otros hombres!

Las normas del patriarcado nos han hecho individualistas, competitivos, feroces. El patriarcado es, por definición, la dominación por el poder. Y si nosotros somos los privilegiados del patriarcado, «debemos cumplir con lo que nos exige». Esta es la interiorización profunda que está enraizada en el alma del hombre occidental. Generalmente hombre de raza blanca, heterosexual, clase media o media alta y conservador.

Esa fue la relación entre mi padre y yo, la relación de dos caballeros con armadura. Y aun cuando fue así, su distanciamiento emocional lo era como algo necesario entre hombres. Pues una relación más cercana, bajo el prisma patriarcal, implicaría, como en el anterior diálogo, “estar bebido”.


Construyendo nuevas masculinidades con el ejemplo de mi padre y yo

En nuestra asamblea emocional de “Nous Homes de Sabadell” un compañero expuso la pregunta: ¿Cómo puedo educar emocionalmente de un modo saludable a mi hijo si tuve esa falta con mi padre? ¿Cómo aproximarnos emocionalmente a nuestros hijos desde la carencia de esta aproximación en nuestra infancia?

El personaje que encubre la masculinidad interior.

El «personaje» que oculta la verdadera masculinidad.

Y esto que algunos hombres podríamos vernos tentados a oponer como excusa/justificación, revertirlo en responsabilidad. Lo importante, creo, es que pongamos atención a cómo podemos construir eso que echamos en falta. Y si algo echamos en falta es que presentimos, en el peor de los casos, cuál es la ausencia.

Identificar eso, llamémosle mayor proximidad, empatía, cercanía, complicidad, sensibilidad… no es difícil en el plano teórico pero se complica en la práctica. Y es en este espacio de perplejidad (por llamarlo de alguna manera) donde surgió la idea. No es nueva, pero sí en este contexto. La de escribir cada uno un texto que bien pudiéramos llamar “mi padre y yo”.

Una carta a nuestros padres en la que le agradeciéramos lo que hizo por nosotros. Y desde otro lugar lo que, en su momento, echamos en falta. No se trata tanto de una carta para enviar al destinatario como de una carta de ayuda al remitente. Un modo de distinguir y clarificar conductas, actitudes, en definitiva modelos. Y una vez distinguida desde el fondo difuso la falta, darle forma en nuestros espacios de vida y relación.

De este modo, la falta puede transformarse en un objetivo. Y con este el anhelo hacia una masculinidad más inclusiva, empática e integradora.

Cuando proyectamos lo que nos sobra, pero…

No es algo nuevo lo que surgió en este trabajo. Ese darnos cuenta (que ya intuíamos) de cómo nos parecemos a nuestros padres. Creo que todos los hombres deberíamos hacernos esta pregunta: ¿Qué reconozco de mi padre en mí? Sea que me guste o no. Y es aquí cuando vienen a mi memoria las palabras de Christopher Harding:

“Se habla mucho sobre padres física y/o emocionalmente ausentes, pero los hijos también empiezan a preguntarse: “¿Estaba realmente ausente, o tanto yo como él conspirábamos inconscientemente para ignorarnos mutuamente?”.

Proyección de la sombra de la masculinidad hegemónica.

Proyectamos lo que no reconocemos en nosotros mismos.

Entonces el descubrimiento de la historia entre mi padre y yo toma tintes extraños. Desde mi responsabilidad, renunciar a esa fidelidad inconsciente, a un modelo de “ser hombre”. Y renunciar a este modelo no es renunciar a mi padre como tampoco lo es renunciar a mí mismo. Es intentar ir un poco más allá. Y poder decir, parafraseando a Newton: “Si he podido ver más allá es porque me encaramé a hombros de gigantes”.

E insisto, este reconocimiento no lleva implícita la aceptación del modelo, sí la del hombre. Creo que es bueno anteponer aceptación aun cuando sea desde la disidencia. El objetivo no es, en sí, atenuar responsabilidades heredadas del modelo patriarcal. El objetivo es, en realidad, un metaobjetivo. Tiene más que ver con el cómo que con el qué.

Cuando me relaciono de modo amoroso, aun cuando sea en desacuerdo, puedo expresar algo parecido a esto:

“Papá, no estoy de acuerdo contigo. Quizás he sido tu gran disidente. Pero gracias a ti y a mamá tengo esta oportunidad. La de mejorar como hombre, en la medida que pueda. Y, acaso, intentar mejorar en algo esta sociedad patriarcal”.



Un cordial saludo,

www.josepguasch.com

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Mi padre y yo, la construcción de la masculinidad. . Nuevas masculinidades y relación con el padre , Nous Homes de Sabadell

Resumen
Mi padre y yo. El espejo para transformar la masculinidad.
Título
Mi padre y yo. El espejo para transformar la masculinidad.
Descripción
La relación padre e hijo transmite el modelo de masculinidad hegemónica. Propongo en este texto la renuncia a este modelo desde la relación amorosa y comprensiva con nuestros padres.
Autor
Nombre del editor
Josep Guasch, coaching y psicoterapia.
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