Psicoterapia divina y psicoterapia tradicional, adicción y niño interior, terapia Sabadell, Terrassa y online. Josep Guasch, coach, psicoterapeuta. Consulta en Sabadell y Terrassa
En su libro: «Terapia divina y adicción«, el monje cisterciense Thomas Keating, escribe lo siguiente:
“El propósito de la psicoterapia ordinaria, tal como yo lo entiendo, es ayudar a la persona a llevar una vida normal cuando se ve obstaculizada por problemas psicológicos. El de la terapia divina es la sanación de las raíces de todos nuestros problemas y la transformación de nuestras actitudes, y de toda nuestra naturaleza humana, según la mente y el corazón de Cristo. Una parte importante de estos problemas toman la forma de la adicción. Y ese vínculo casi siempre presente entre adicción y niño interior. Y es en este libro en el que, más meridianamente explora la relación entre psicoterapia divina y psicoterapia tradicional.
En otras palabras, introducirnos a través de la gracia en la vida interior de Dios. Un sendero que transcurre paralelo al de la psicoterapia aunque con algunas diferencias.
Esto implica una transformación de nuestras actitudes, facultades y cuerpo de modo que podamos recibir la máxima cantidad de transmisión de vida divina que sea posible dados los límites de la naturaleza humana.
Los Padres de la Iglesia que escribieron sobre este tema llamaron <<deidificación>> a este proceso. En otras palabras, la meta de este itinerario… no es convertirse en una persona mejor…. La meta es cambiarnos según la manera divina de ser humanos. Este es un proyecto mucho mayor y más comprehensivo, y nos abre a la plena extensión de las posibilidades y capacidades humanas. Tu aspiración máxima es llegar a ser Dios por participación”.
Esta es la «pequeña gran diferencia» entre psicoterapia divina y psicoterapia tradicional».
Si aprehendemos el alcance de estas palabras son de una dimensión sobrecogedora. Más allá de las creencias de cada cual. De algún modo nos sugiere PARTICIPAR de LO DIVINO. Subrayo además que, si bien en esta cita no queda claro, en posteriores escritos el autor matiza LO DIVINO como lo que sea que cada cual entienda por ello. No se ciñe pues al dogma católico, si bien utiliza su lenguaje pues forma parte de su sistema de creencias.
De hecho, el mismo concepto de participar de lo divino, más allá de una mera sumisión o devoción es algo, por lo menos, extraño a la iglesia católica.
Y, por extraño que parezca, veremos más adelante este nexo con «las raíces de todos nuestros problemas» . Esta es la relación entre adicción y niño interior.
Psicoterapia divina y psicoterapia tradicional, más allá del ego.
En cuanto al fondo, es tanto como poner el centro de nuestros intereses (por razonables que puedan parecer) más allá de nuestro ego. Y no sólo eso, sino, además confiar en algo o alguien que al principio sólo intuimos o en el que creemos y al que iremos conociendo, en la medida que SU PLAN EN NOSOTROS se vaya abriendo camino EN NOSOTROS. En otras palabras, es lo mismo que el antiguo “Hágase Tu Voluntad”.
La diferencia entre psicoterapia divina y psicoterapia tradicional está pues en el centro que comanda nuestras decisiones. Bien sea que lo situemos en el ego (psicoterapia tradicional) o en lo divino (psicoterapia divina). Paradójicamente este proceso “nos abre a la plena extensión de las posibilidades y capacidades humanas”.
Pero ¿Cuál es la “raíz de todos nuestros males” según dice el autor?. ¿Qué es lo que nos limita?. Viajamos a la herida infantil que, en algunos casos, establece el vínculo adicción y niño interior.
Para entenderlo la, llamada terapia divina que propone el autor contempla dos miradas. La primera es la vertiente psicológica y la segunda la contemplativa. En este artículo trataremos la primera y dejamos para el siguiente la dimensión contemplativa con la descripción de la práctica meditativa. En primer lugar nos ayuda a comprender la relación entre adicción y niño interior. Y, en segundo lugar, propone una práctica con vocación terapéutica. La oración centrante.
Psicoterapia divina y psicoterapia tradicional. Las tres necesidades básicas no resueltas
Tal y como si fuera una cristalización del “pecado original” llegamos al mundo con tres necesidades básicas que nunca serán resueltas del todo. Serán pues tres centros en los que inconscientemente fijaremos nuestra atención. Tres insatisfacciones vitales alrededor de las cuales gravitarán nuestras conductas, actitudes y decisiones. Pero también quienes nos precedieron y (presumiblemente) los que nos seguirán están sujetos a esta insatisfacción vital.
Según el autor estas tres necesidades básicas son:
- SEGURIDAD MATERIAL
- AMOR, ACEPTACIÓN Y RECONOCIMIENTO.
- PODER Y CONTROL
Como dije antes esta insatisfacción ya se siente nada más nacer. Pero los bebés no pueden articular, o gestionar algo con lo que “ya vienen”, un dolor implícito. Además, no teníamos la capacidad de procesar y entender ese dolor por lo que empezamos ya de pequeños a manejar esa insatisfacción con estrategias “primitivas” o, directamente con la represión del dolor. Así, por un lado lo reprimíamos y por el otro intentábamos atraer al coste que fuera amor, control y seguridad. Generalmente, en la vida de adulto, la adicción genera un alivio momentáneo aunque, por supuesto, pasajero y, eventualmente, acarrea más dolor. Así pues, el vínculo entre adicción y niño interior, vivo en cada adulto, enraíza en la más tierna infancia.
El llanto es una de las primeras estrategias para conseguir atención, amor y control. El bebé rápidamente ve que cuando llora alguien le abraza (amor), le protege y da de comer (seguridad). Así que integra esta estrategia para cuando la necesita (poder).
El llanto (conducta) satisface una necesidad (cualquiera de las tres o una combinación de ellas). Es, sencillamente, la estrategia de un bebé que no sabe (ni puede) satisfacer sus necesidades por sí mismo. Aquí empiezan a edificarse los cimientos de este vínculo entre adicción y niño interior.
La «falta» vivida por el bebé. El vínculo en el adulto: adicción y niño interior
La falta vivida por el niño
Pero además, cualquier insatisfacción era percibida como una ausencia de amor por parte del adulto (padre o madre). De este modo, un momento de hambre, frío o dolor, es interpretado por el bebé como un abandono. Por supuesto un bebé es incapaz de razonar, pero no de sentir. Así pues, la insatisfacción era reprimida, o reclamada torpemente o malinterpretados los intentos por satisfacerla por parte de los padres.
De este modo fuimos creciendo, mal gestionando la presión de cada una de estas tres necesidades. Por supuesto, cuanto más nos sentimos amados, protegidos y en control en nuestros primeros años, mejor lo fue para nuestro desarrollo, sin embargo, tal y como hemos visto, la satisfacción en un grado óptimo a esa edad es casi una utopía.
Una adicción es una manera de satisfacer rápidamente (e ilusoriamente) una carencia interna, una falta. Y esa necesidad, vivida con urgencia perentoria, nace de la sensación de impotencia del bebé. Depende de «algo/alguien ahí fuera», y así cristaliza el vínculo adicción y niño interior. Es decir, seguir buscando fuera algo que «calme» la carencia interna.
Psicoterapia divina y psicoterapia tradicional. Qué hacer en la edad adulta.
Así pues, venimos marcados desde nuestra más tierna infancia. ¿Qué hacer para sanar, en la medida de lo posible este dolor? Conciencia es, casi siempre, la palabra mágica. Y, salvando las diferencias, el sendero de la conciencia es lo que vincula a la psicoterapia divina y psicoterapia tradicional.
En primer lugar conectar en cada momento con el sentimiento que nos causa algún tipo de dolor. Como quiera que todo sentimiento de insatisfacción tiene su origen en alguna necesidad no satisfecha, identificar esa conexión.
Por ejemplo, puedo sentir enfado (sentimiento) porque alguien no me hace caso. Entonces darme cuenta si este enfado tiene su origen en una necesidad de poder y control o de reconocimiento no satisfecha.
Puedo sentir miedo por haberme quedado en el paro y conectar con la sensación de ausencia de seguridad material. Puedo sentir tristeza porque mi pareja me ha abandonado y conectar con mi necesidad de amor y ser reconocido.
Es importante que esta conexión sea vivida como algo genuino y nunca juzgada. No caben aquí interpretaciones del tipo “si es o no razonable” esa insatisfacción o sentimiento. Esto ya formaría parte de otro tipo de intervención. Así pues, escucharnos sin juzgar, valorar ni criticar es el primer paso.
El segundo identificar sentimiento y necesidad.
Como he escrito antes, el bebé siente que su necesidad no resuelta es satisfecha por alguien/algo ahí fuera. Con la inmediatez que precisa su sentimiento de indefensión. Se refuerza el vínculo entre adicción y niño interior como la satisfacción de una necesidad. Por algo/alguien de fuera, y de un modo inmediato.
Es obvio el paralelismo en la edad adulta. El objeto de la adicción cambia de foco, pero sigue estando «ahí fuera».
La responsabilidad sobre lo que sentimos y hacemos
La siguiente etapa nos lleva a la certeza de que todo cuanto nos causa insatisfacción no está “ahí fuera” sino más bien aquí, ahora y dentro. Es decir, somos nosotros los responsables de nuestro dolor por cuanto es resultado de las demandas de nuestros centros. Es obvio pues, que debemos soltar la imperiosa necesidad infantil de que alguien satisfaga nuestras necesidades. Este es el paso de la necesaria dependencia del niño a la autonomía del adulto.
Así pues, darnos permiso para sentir (lo contrario a reprimir) y darle la bienvenida compasivamente.
Ya no es satisfacer de un modo apremiante una necesidad. Es reconocerla como algo nuestro. Sostenerla con hospitalidad, compasivamente y con responsabilidad. La adicción nos despista, la responsabilidad nos acerca a nosotr@s mism@s. Es el primer paso para romper este vínculo entre adicción y niño interior. En la terapia del niño interior, a este paso lo nombramos la reparentalización.
Y es aquí donde los caminos de la psicoterapia divina y la psicoterapia tradicional se bifurcan.
El siguiente, en la modalidad de psicoterapia divina, ya es, como es de esperar, de inspiración devocional. Para Keating lo divino (sea como sea que lo entendamos) es la única fuente capaz de satisfacer esas necesidades. Y conectar con la divinidad es un paso esencial en esta terapia, para ello ideó el sistema meditativo de la oración centrante. Veremos en el próximo artículo esta práctica.
Psicoterapia divina y psicoterapia tradicional. Entregarnos al poder superior
De un modo parecido a como postulan los grupos de recuperación basados en los 12 pasos, entregarnos a un poder superior es un pilar actitudinal básico. Si todos estamos heridos por esta falta, no hay nadie capaz de asistir a otra persona en profundidad y totalmente. Y ¿Qué hacemos entretanto con las necesidades?
- Escucharlas compasivamente
- Darles la bienvenida
- Soltarlas y entregarnos a lo divino.
Unas sencillas palabras ideadas por el autor y que pueden repetirse a modo de mantra son:
“BIENVENIDO, BIENVENIDO, BIENVENIDO” (el sentimiento) y a continuación repetir sencillamente “SUELTO MI NECESIDAD DE SEGURIDAD, SUELTO MI NECESIDAD DE AMOR, ACEPTACIÓN Y RECONOCIMIENTO, SUELTO MI NECESIDAD DE PODER Y CONTROL…”
Como he dicho, en el próximo artículo veremos la práctica meditativa de la oración centrante. Hasta entonces, recibe un cordial saludo.
www.josepguasch.com
Siguientes artículos relacionados: Oración centrante, psicoterapia y meditación Aceptación y terapia divina, oración centrante y rendición del ego.
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