Ser y hacer, los senderos neurológicos en PNL, Sabadell, Terrassa y online. Josep Guasch, psicoterapeuta, coach. Coaching y psicoterapia (PNL, Hipnosis, Terapia Gestalt, Análisis Transaccional, Niño interior)

El encuentro entre culturas ofrece inesperadas experiencias vitales.
Oriente y Occidente se han caracterizado por una orientación cultural distinta en la dicotomía ser y hacer. Así la mentalidad oriental está más encauzada al ser y la occidental al hacer. Por lo menos así ha sido históricamente hablando. Actualmente parece que ambas culturas tienden a converger en una síntesis de ambos senderos. Una coherencia interna hacia una mayor conciencia.
¿Quién soy yo? Es una pregunta que, en algún momento de la vida, casi todos nos hacemos.
Un camino de acción con conciencia para redescubrir nuestro ser en el hacer. Y en el ser encontrar nuestra expresión más auténtica. Diferentes caminos dentro de la terapia humanista convergen en esta recapitulación entre ser y hacer. Así la terapia Gestalt con su énfasis en el aquí y ahora, el contacto y las necesidades no resueltas. A la búsqueda de la autenticidad encubierta por los mandatos sociales y culturales de todo tipo. Muchos de ellos, por supuesto, contenidos en los mandatos parentales. El focusing con su énfasis en el contacto con el cuerpo (el cuerpo no engaña). La hipnosis con su insistencia en la coherencia y armonización de lo consciente con lo inconsciente. O la terapia del niño interior que nos lleva a las primeras experiencias que enrocaron nuestro ser.
Todas estas modalidades tienen cabida en un modelo que vincula ser y hacer. Se trata del modelo de los niveles neurológicos de la PNL . Este modelo nos remite a los diferentes niveles de aprendizaje o de cambio en nuestra conducta y/o actitud vital. Cuando los aprendizajes (por incorporar o ya incorporados) transcurren y se asientan coherentemente en los diferentes niveles, ser y hacer conectan fluidamente. Este modelo puede aplicarse a cualquier modalidad de terapia, coaching y psicoterapia.
Enumero a continuación estos niveles para comentarlos someramente después.
Entorno –> Conductas –> Capacidades –> Creencias –> Valores –> Identidad –> Transpersonal.

El árbol, símbolo y metáfora de la unión de arriba y abajo.
En modo parecido, la estructura del cuerpo del ser vivo se articula en diferentes eslabones. Así, por ejemplo, los átomos se organizan en moléculas. Las moléculas crean células y tejidos. Los tejidos se aglutinan para conformar órganos. Finalmente, los órganos se organizan en los sistemas (circulatorio, respiratorio…). El conjunto de sistemas se organizan en la persona.
Principios sistémicos en la conexión entre ser y hacer.
La salud depende de la vitalidad de cada elemento y, muy especialmente, en la coordinación entre niveles. Esto último es la base del pensamiento sistémico con dos de sus principios básicos:
- El principio de interconexión. Es decir todo lo que sucede en un nivel afecta a los siguientes. Por supuesto la coherencia entre los eslabones definirá la congruencia entre ser y hacer.
- El principio del eslabón más débil. La fortaleza de un sistema está supeditada al más débil de sus eslabones.
Es recomendable que cualquier proceso terapéutico tenga en cuenta los distintos niveles. Bien sea para obtener el máximo avance con el mínimo esfuerzo (atendiendo al nivel más débil). O para conseguir un avance fluido (coherencia de niveles). Esto proporciona una sensación de coherencia entre ser y hacer que nos aporta la convicción de completitud y sentido. Veremos esto más adelante con ejemplos concretos.
Una transformación en los niveles superiores (en el sentido transpersonalidad hacia entorno) garantiza cambios en los niveles inferiores.
Así, por ejemplo, un cambio importante en la identidad suele generar cambios en los niveles de creencias, capacidades y conductas. De tal manera que ser y hacer quedan alineados de un modo distinto. Imaginemos una mujer y un hombre que pasan a ser padres (y asumen la maternidad y paternidad responsablemente). Este es un cambio importante en la identidad, especialmente con el primer hijo. Evidentemente esto genera cambios importantes en la orientación de vida de ambos.
Sin embargo los cambios en la identidad también pueden acontecer por vivencias internas profundas. Por ejemplo, procesos profundos y extensos de psicoterapia, experiencias excepcionales o, incluso, de tipo espiritual.
Las transformaciones en niveles inferiores pueden generar transformaciones en los niveles superiores, pero no necesariamente. Para esto es preciso un trabajo consciente en un proceso guiado, bien de coaching bien de psicoterapia.
Ser (para) hacer (para) tener
Por ejemplo, si aumento mi capacidad de concentración en función de un plan de ejercicios (nivel capacidades). Esto puede mejorar diferentes niveles de mi conducta (en el trabajo, tareas del hogar, lectura etc.…). Sin embargo, no siempre mejora el de las creencias. Así, por ejemplo, la persona puede o no mejorar su autoestima (nivel a medio camino entre creencias e identidad).

La experiencia como fuente de unión entre lo antiguo y lo nuevo. Lo denso y lo sutil.
Por otra parte, a medida que ascendemos de nivel, lo concreto va dejando paso a niveles más abstractos. Del mismo modo la distancia entre ser y hacer se va acortando.
Los Niveles lógicos y neurológicos en PNL
- El entorno es el nivel que nos informa de ambientes, lugares y momentos específicos.
- Las conductas forman parte de lo observable en las personas, sin embargo ya es algo más cambiante.
- Las capacidades tienen que ver con cómo la persona gestiona su mundo interno para hacer algo.
- Las creencias y valores, generalmente acerca de uno mismo, las personas y el mundo, casi siempre se manifiestan en niveles implícitos y no siempre son conscientes.
- La identidad tiene que ver con el autoconcepto de la persona, y generalmente escapa a la definición lingüística. De tal manera que, casi siempre se trabaja a nivel de metáforas.
- Finalmente, el nivel transpersonal que es el sentimiento de sentirse formar parte de algo mayor. Bien sea en un ámbito espiritual, psicológico, o de colectivo social o familiar.
Del mismo modo, cada nivel precisa intervenciones distintas para propiciar cambios, así como atender a las particularidades personales. Si bien los distintos niveles están interrelacionados, generalmente es en uno de ellos donde dar el “golpe de gracia”. De este modo garantizamos procesos más rápidos y limpios.
He visto, por ejemplo, personas geniales para hacer exposiciones (un excelente nivel de capacidades y conducta). Y sin embargo no terminan de creérselo (nivel creencias/identidad). Es en el nivel de creencias donde intervenir en estos casos, o incluso en el de identidad.
También a la inversa. Personas que se creen con derecho a opinar e incluso anatemizar acerca de todo… Con una pobrísima preparación en aquello de lo que hablan. Nivel de capacidades deficiente, con unas creencias infladas acerca de uno mismo (inflación del ego)
Ser y hacer en el entorno
El entorno tiene que ver con el cuándo, dónde y con quién de una conducta concreta. Por ejemplo estudio (conducta) en una habitación ruidosa por las mañanas (entorno). Es el nivel más concreto pues, como veremos, a medida que avanzamos cada nivel es más abstracto. También elementos del ambiente y lo que incorporamos del mismo. Por ejemplo el tipo de aire que respiramos (contaminado o no), el tipo de comida. Todo lo que pueda mejorar un ambiente, tanto en un sentido material (higiene, orden, disponibilidad de material…), como en un sentido sutil (feng-shui, colores armónicos…) tiene un impacto en nuestra conducta (siguiente nivel)
Ser y hacer en la conducta

La conducta, la dimensión visible de nuestra experiencia.
La conducta es lo que hace la persona en entornos concretos y específicos. También podemos llamarlo comportamiento. Los matices de diferencia no afectan a esta visión de los niveles lógicos y neurológicos. Es el qué de lo que hacemos. La intervención terapéutica por excelencia es la del conductismo clásico. Sin embargo, en PNL también existen modalidades de intervención propias para este nivel. Cuando estas conductas son reacciones repetitivas hablamos de hábito o, incluso, reflejo condicionado a un estímulo.
Capacidades.
En este viaje entre ser y hacer nos movemos hacia un nivel más abstracto. Las capacidades tienen que ver con la estrategia y mapas mentales que utilizamos para materializar una conducta. Es el cómo, organizo mi actividad interna para, por ejemplo, motivarme para fregar los platos. Motivarme es una capacidad que puedo utilizar para diferentes conductas. En este caso, por ejemplo fregar los platos (conducta). Sin embargo puedo utilizar la misma estrategia interna (capacidad) para ir al gimnasio, levantarme temprano, estudiar etc.
Podemos utilizar la capacidad de motivarnos para, por ejemplo, vencer la procrastinación.
En este nivel utilizamos intensivamente elementos de lo cognitivo. Percepción, atención (foco y dirección), memoria (experiencias y calidad), diálogo interno, imágenes internas (calidad de las mismas) entre otras.
Es el cómo nos organizamos internamente para conseguir ciertas habilidades. Por ejemplo, creatividad, adaptación, estabilidad, determinación, sociabilidad, organización, gestión del tiempo, optimismo, persistencia, capacidad de aprendizaje, de trabajo, etc.…
Todas estas capacidades se pueden adaptar a diferentes conductas en distintos entornos. Así, por ejemplo, puedo ser organizado en el trabajo, en las tareas domésticas, o en una actividad de estudio.
Las Creencias
Este es el nivel nuclear en el sendero que une ser y hacer. Las creencias se dirigen hacia tres focos:
- Creencias acerca de uno mismo. Núcleo de la autoestima.
- Acerca de los demás. Capacidad relacional.
- Creencias sobre la vida en general. Abarcan un amplio espectro de consecuencias.

Las creencias el centro de la experiencia vital.
Generalmente contienen juicios y evaluaciones acerca de las tres áreas relacionadas. Por ejemplo puedo creer que soy incapaz de aprender a jugar bien a ajedrez. En este ejemplo observamos, además de la creencia limitante (en cierto nivel TODA creencia es limitante, incluso las “positivas”) que se dirige al área de las capacidades. Y esto es indiferente a si soy o no capaz. Puedo ser un estupendo estratega y creer que no lo soy.
Esto apunta a una de las características principales de este nivel. Las creencias pueden referirse a cualquier nivel lógico. Por ejemplo, puedo creer que mi consulta (entorno) es lúgubre, que mi actividad como terapeuta es torpe (conducta). También puedo creer que no soy capaz de empatizar (capacidades) o incluso creer que soy un pésimo terapeuta (identidad). Y todas estas creencias pueden o no estar alineadas con lo que, como consenso general, pudiera considerarse óptimo o no.
Las creencias suelen estar vinculadas a los límites que nos imponemos para hacer algo.
Los Valores, esenciales en el encuentro en ser y hacer.
Generalmente, en PNL, se ubican en un mismo nivel creencias y valores. Yo prefiero examinarlos diferenciadamente. Una definición clásica de PNL sobre los valores es la de “generalizaciones y nominalizaciones acerca de aquello a lo que aspiramos o con lo que queremos relacionarnos o conseguir”. Sin embargo, a efectos de divulgación, es más sencillo decir aquello que es importante para nosotros.

Los valores, el núcleo de nuestro ser y motivación interna.
Los valores y la jerarquía de los mismos es distinta en cada persona. Por otro lado, valores y creencias suelen estar vinculados por el cómo las segundas definen a los primeros. Así, la palabra profesionalidad puede ser distinta para dos personas diferentes. Para una puede representar definir y cumplir objetivos en una organización. Mientras que, para otra, puede ser llegar el primero e irse el último de la oficina. El valor es el mismo (profesionalidad), pero la semántica distinto para cada uno.
Así vemos como, por ejemplo en política, diferentes líderes se refieren a los mismos valores. Para alguien de izquierdas la libertad puede estar vinculada a la igualdad y justicia social real entre las personas. Para alguien de derechas, sin embargo, este concepto de libertad es algo más abstracto y menos vinculado a la justicia social. Así, el valor que ambos comparten es definido de modo distinto por diferentes creencias.
Valores, motivación y objetivos.
Los valores, por otra parte, son fuente de motivación interna. Así, una persona que pueda materializar sus valores en su vida privada y/o laboral tenderá a ser más feliz. Cabe diferenciar la motivación interna de la externa. La primera tiene que ver con lo que es importante intrínsecamente para la persona (valores). La motivación externa con factores externos. Por ejemplo un sueldo importante en un trabajo.
Los objetivos vinculados con valores personales son mucho más motivadores que aquellos que lo están con las fantasías del ego. Como por ejemplo, prestigio social, imagen, jerarquía, posición económica etc.… De esta manera los valores que se plasman en objetivos establecen importantes puentes entre ser y hacer.
En mi blog publique hace poco una lista de valores. Anexo enlace a la misma que te puede ser de utilidad para reconocerlos en tu día a día:
La identidad

Los valores nos aproximan a nuestra identidad profunda.
Es el autoconcepto, la definición que explícita e implícitamente tenemos de nosotr@s mism@s. Todos los niveles anteriores, aunque distintos suelen confluir en este estrato de la experiencia vital. Si bien a veces existen importantes distorsiones. Por ejemplo no es lo mismo hacer (comportamiento) el tonto que ser (identidad) tonto.
La autoimagen y autoestima se reflejan en este nivel. Por su escala superior se vincula con lo transpersonal. En este vínculo la identidad dibuja tres aspectos, a saber:
- Misión: tiene que ver con nuestra aportación única a la humanidad, sociedad, colectivo etc.
- Rol: El tipo de persona que tenemos que ser para crear la vida que queremos. El papel a desarrollar para que se materialice nuestra aportación a la humanidad.
- Propósito: ¿Para quién o para qué de nuestra aportación y rol a la humanidad?
Por ejemplo, una persona puede sentir la misión de hacer felices a los demás mediante la risa. Para ello se prepara para adoptar el rol profesional de clown. Y, si bien puede dirigir su actividad a toda la sociedad, decide enfocarse a los enfermos hospitalizados.
En su nivel más primitivo, la identidad tiende a la identificación, por ejemplo con otros grupos. Esto no tiene en sí nada de malo si, con ello, no perdemos nuestra individualidad que es lo que suele suceder con los fanatismos. Y esto es algo que, a menudo vemos con demasiada facilidad. Tendemos a identificarnos con un equipo de fútbol, una opción política, una idea o posicionamiento determinados etc.
La identidad durante la crisis del coronavirus.
Actualmente (enero de 2021) existe una polarización en la sociedad con motivo de la pandemia del coronavirus. Así, por un lado los negacionistas a ultranza, mientras que en el otro los que colaboran sin rechistar. Esto genera una identificación con actitudes y conductas extremas. Por ejemplo, los que siempre y en todo momento llevan la mascarilla y los que desobedecen continuamente los consejos y normas impuestas. De nuevo el vínculo entre ser y hacer refleja las diferencias. En este caso, la identificación (si existe fanatismo) diluye la identidad originaria.
El nivel de lo transpersonal

Lo transpersonal nos lleva a un nivel de experiencia distinto al acostumbrado por el ego.
Cuando hablaba sobre la identidad apuntaba al propósito. El ¿para qué o para quién de nuestra aportación? Este es pues el nivel de lo transpersonal. El estrato en el que trascendemos lo puramente egoico para estar al servicio de un propósito mayor.
Este nivel puede tener que ver con:
- Causas vinculadas a colectivos sociales o profesionales; familiares (padres, hijos, hermanos, parejas); o la sociedad en general.
- Solidaridad con los seres vivos en general, la naturaleza etc…Por ejemplo militancias ecologistas o animalistas.
- Propósitos vinculados a lo transpersonal psíquico. Niño interior, conciencia ampliada, experiencias más allá del ego.
- Lo puramente espiritual, vinculado o no con credos religiosos.
Gregory Bateson habló de “el patrón que conecta todas las cosas en un todo mayor”. Conceptos similares pueden ser el “campo relacional”, “conciencia colectiva”, “espíritu de grupo” etc. Estos conceptos, formulados de esta última manera, empiezan a introducirse en entornos organizacionales.
Hasta aquí esta exploración en la conciencia hacia una coherencia interna.
Veremos en otro artículo implicaciones prácticas de estos niveles. Hasta entonces, recibe un cordial saludo.
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Ser y hacer, los niveles neurológicos en PNL, Josep Guasch, coach, psicoterapeuta, consulta en Sabadell, Terrassa y online. Coaching y psicoterapia (Ansiedad, acompañamiento y estrategias para adelgazar, dejar de fumar, hablar en público, autoestima, adicciones, etc…).

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