Comer compulsivamente, superar el trastorno por atracón, en Sabadell y online. Josep Guasch, psicoterapeuta, coach, consulta de coaching y psicoterapia. PNL, Hipnosis, Terapia Gestalt, Análisis Transaccional, terapia de virus mentales, Niño interior en Sabadell y Terrassa

El modelo de los niveles complejos en las adicciones
Como expuse en el anterior post (Perder peso, con Psicoterapia y Coaching), el Modelo de “Niveles del Problema Complejo” se ha revelado últimamente, no sólo como una explicación teórica, sino también como un referente amplio para las intervenciones en trastornos de alimentación. Y, por supuesto, para superar el trastorno por atracón.
En este y siguientes artículos desplegaré los cuatro pasos básicos.
Para comenzar, indicar que se trata exclusivamente de un abordaje puramente teórico. Durante el proceso terapéutico, las fases no aparecen en forma secuencial (ni se las debe forzar), sino que van apareciendo y ocultándose aleatoriamente en la conversación.
Como psicoterapeuta, entiendo que la vida no se circunscribe a interpretaciones ni a modelos. El modelo es sólo una forma de teorizar y de marcar referencias para identificar, clarificar y optimizar el proceso, nunca un lecho de Procusto para amputar el proceso vivencial.
Comer compulsivamente, y este es un concepto básico a entender, no es una «cuestión» de hacer una u otra dieta. Encierra un problema emocional encapsulado detrás de distintos niveles. Este problema emocional debe abordarse para superar el trastorno por atracón con éxito. Comer compulsivamente es solamente el síntoma. Para superar el trastorno por atracón se deben abordar cuestiones emocionales, a veces, profundas.
Comer compulsivamente. El primer nivel el “Problema original” en términos de Baiocchi
El problema original (que no es comer compulsivamente), nunca aparece al comienzo de la terapia. Por su naturaleza, es desconocido al “darse cuenta” del cliente, y por supuesto también al terapeuta.
Acaso pudiera existir una cierta sospecha expresada, generalmente, en difusos términos lingüísticos. Pero la vivencia real y profunda, suele estar enmascarada lejos de las interpretaciones intelectualizadas pues bebe de un sustrato más esencial. Suelen ser necesidades emocionales no resueltas que sustentan el descontento interno, Y este, finalmente, desemboca en el comer compulsivamente, como una forma de «llenar un vacío».

Comida compulsiva y la causa oculta que subyace a la misma.
Y es donde la labor terapéutica debe resolver, a través del contacto real y creativo con la experiencia original.
No es un hablar “acerca de….”, del mismo modo que no es lo mismo la experiencia de un sueño o de una emoción profunda que hablar sobre ello.
Esta necesidad emocional, como experiencia congelada, es lo que alimenta energéticamente la compulsión o la adicción pues es, en su esencia, una necesidad no satisfecha y :
Hasta que no se satisfaga existirá una tensión interna no resuelta que busca, confusa y secretamente, ser aliviada.
En esta necesidad no satisfecha radica el núcleo
para superar el trastorno por atracón.
Tenemos pues que en algún momento de la biografía de la persona, una necesidad no se satisface debidamente, bien sea por un hecho puntual o por una dinámica continuada. Pero el cliente viene convencido que “su problema” es otro, el de la comida, y su objetivo adelgazar.
En realidad, la dificultad para adelgazar (o para dejar cualquier tipo de adicción) es la punta del iceberg. Para superar el trastorno por atracón hay que viajar a lo que esconde el iceberg en la profundidad del mar. Las necesidades emocionales no resueltas.
El objetivo aparente: adelgazar, es la tapadera de las heridas del niño interior
En casi todos los casos, esta necesidad no resuelta nace en un marco temporal muy temprano. Incluso en etapas pre – verbales del/la niño/a, con lo que la dificultad para integrar esa carencia es aun más dolorosa, por vivirse como incomprensible y existir aún una falta de recursos para comprender e integrar.
Es como comerse una manzana sin haberla masticado (en el fondo es el acto de comer compulsivamente).
A partir de aquí el niño vive como si llevara unas gafas de color, con las cuales filtra toda la realidad. Esa necesidad emocional no resuelta se adhiere como una segunda naturaleza, un carácter….Pero como niño que es, no sabe que esto «sólo» es un mapa limitante.
Y lo incorpora como una realidad con la que se identifica.
Una realidad que, secreta, pero certeramente, le define y condiciona.

El origen de la comida compulsiva puede estar en la infancia.
Esta falta puede venir reforzada por cuestiones educacionales. Por ejemplo, mensajes del tipo “si no comes papá o mamá no te van a querer”. Este tipo de mensajes hacen al niño interpretar que el amor de sus padres corre peligro, entonces integrará este mandato/mensaje (ser bueno = comer).
Según sea el carácter, esta contradicción interna la vivirá con mayor o menor ansiedad pues exige, o bien obedecer a papá y mamá para “ser bueno” (y ser infiel a sí mismo), o bien una negación a la obediencia paterna (con el riesgo fantaseado de perder el amor de los padres).
El niño enfrenta, ahora, un «conflicto de doble lazo”
en el que no parece haber una respuesta adecuada.
Pero para superar el trastorno por atracón,
el adulto puede aprender a sostener esta ansiedad.
Se instala una sensación de “estar en falta” ante la perplejidad de no hallar una posible salida. Un dolor original al que se suma una sensación de inadecuación o de no idoneidad para resolver un conflicto interno, que más tarde o más temprano será compensado por algún mecanismo evasivo.
Recordemos que el placer, sobre todo si es inmediato, es el mejor analgésico contra el dolor.
La compensación el segundo nivel del modelo y la terapia del Niño Interior
Aparece pues la compensación. No como una respuesta lógica o creativa, sino como una respuesta a una sensación difusa de inadecuación, falta de merecimiento o idoneidad. Un modo de atenuar el conflicto interno.Y el conflicto, esa necesidad emocional no resuelta puede mitigarse de muchas maneras, una de ellas, el comer compulsivamente.
Por supuesto esta compensación no tiene por qué ser una adicción, puede ser también una conducta o actitud poco adaptativas. Esta compensación obedece al principio de intención positiva. Es decir, aun cuando la conducta no es la adecuada, pretende evitar un malestar.
Nos adentramos en las heridas del niño interior, heridas que , en mayor o menor medida, tod@s compartimos.
En el caso que nos ocupa, más tarde o más temprano, aparecen los primeros atracones o desórdenes en la alimentación. Es aquí donde Baiocchi define el segundo nivel, y un requisito es necesario para entrar en él creativamente. Para superar el trastorno por atracón, es necesario superar la culpa y la vergüenza. Y eso pasa, en primer lugar, por entender que existe alguna necesidad emocional no resuelta.
Comer compulsivamente. La compensación el verdadero enemigo de las dietas para adelgazar
La compensación para mitigar ese dolor interno no es más que un “recurso”, inapropiado. No soluciona el dolor real, al contrario, lo empeora, pero alivia momentáneamente. Y lo confirma que el mecanismo compensatorio suele recrudecerse en los momentos de tensión, dificultad o crisis emocionales.
Aparece la “segunda capa de la cebolla”:
Esta compensación, por su urgencia y voracidad (voracidad normal, por cuanto su intención de resolver nunca es resuelta), se convierte en un pozo sin fin, y con el tiempo las consecuencias se hacen evidentes.
Comer compulsivamente es el síntoma,
si no se resuelve la causa que subyace, difícilmente
se puede adelgazar y alcanzar el peso saludable.
En el caso de los desórdenes de alimentación, aparece la obesidad. Para el alcohólico puede ser la pérdida del trabajo, para el drogodependiente la marginalidad y así… según sea el caso.

La comida compulsiva es el síntoma, la causa suele estar encubierta.
Adelgazar se convierte pues en un objetivo, pero como objetivo no se sustenta en valores. Se fundamenta en una compensación a una carencia no identificada como tal. Se sustenta en una fantasía de resolución que tiende a perpetuarse pues el objetivo aparente (adelgazar) nunca va a solucionar el dolor original.
Es entonces cuando el síntoma, comer compulsivamente, se recrudece. Pues a la sensación de malestar, le sigue la vergüenza por «haber caído». Y esta vergüenza y/o culpa se mitiga, momentáneamente con, de nuevo la comida compulsiva. La necesidad emocional no resuelta no solo no se resuelve sino que se esconde tras capas de negación o culpa y vergüenza. Es entonces cuando se hace obvio que para superar el trastorno por atracón se debe actuar de un modo distinto.
Comer compulsivamente. El círculo adictivo, oculto tras el objetivo aparente «adelgazar» tiende a perpetuarse
Comer compulsivamente es un modo de aliviar, pero momentáneo. El sentimiento de culpa, y peor aún la vergüenza, aparecen tras el atracón. El círculo vicioso se refuerza, el pozo sin fin sigue, no sólo engullendo la necesidad original no resuelta, sino que crea a su alrededor otra capa , la de la vergüenza, la decepción, la culpa, la perplejidad existencial.
Surge un diálogo interno que puede tomar dos direcciones:
- La autoculpabilización y el deterioro de la autoimagen.
- La negación de la responsabilidad buscando “ahí fuera” responsables de su situación.
Ambas respuestas, con su parte de verdad y mentira, alejan de la auténtica responsabilidad. Recordemos que responsabilidad significa hacerse cargo, pero también (y esto no nos lo enseñan) la auténtica responsabilidad, nunca incluye la culpa ni la vergüenza.
En otras palabras, “somos responsables hasta de nuestras irresponsabilidades”. Esto es una verdad, no un juicio moralizador que es la base de la culpa y la vergüenza. Superar el trastorno por atracón es posible pero, como dijo Einstein, debe trabajarse desde otro nivel.
Seguiremos en un próximo artículo, hasta entonces, recibe un cordial saludo.
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