Yo te veo. La presencia en comunicación y terapia, consulta en Sabadell, Terrassa y online. Josep Guasch, psicoterapeuta, coach, consulta de coaching y psicoterapia (PNL, Hipnosis, Terapia Gestalt, Análisis Transaccional, Niño interior)

Saludar al pasado y al futuro en el presente.
Recuerdo lo que me llevó a la terapia gestalt, hace más de 20 años. Por aquella época los libros de terapia gestalt aparecían en las librerías alternativas tipo New Age, espiritualidad, cábala, brujería…
Y fue en una de esas librerías de Barcelona, a finales de los 90, cuando sucedió. Es una librería yo diría que acogedora, hospitalaria, entrañable. Me gustaba husmear entre los libros. Un día, el propietario me dijo “¿te gustan estos temas verdad?” “Por supuesto”, le respondí. “Bueno, -me dijo- , puedes venir aquí siempre que quieras, explorar, indagar entre los libros, no hace falta que compres nada”.
Con las palabras de ese librero me sentí recibido. Intuí en su actitud esas palabras que más tarde utilizaría en alguna práctica, “yo te veo”. Sólo que en aquella época yo aún no lo sabía. Un espacio repleto de posibilidades se abría ante mí.
La vía del vacío fértil repleto de posibilidades.
Un día, husmeando entre los libros vi uno que me llamó la atención. “Terapia Gestalt, la vía del vacío fértil” de Francisco Peñarrubia. Así que, como tenía permiso, cogí el libro lo abrí y empecé a explorar. Nada más empezar el libro, en la sección de notas y agradecimientos aparece una cita de Martin Buber:
“Miro a veces el fondo de los ojos de un gato.
El animal domesticado ha adquirido al precio de su ingenuidad elemental la facultad de dirigirnos esa mirada, a nosotros que no somos ya animales.
La mirada de ese gato iluminada al contacto con la mía me pregunta:
- ¿Es verdad que te interesas en mí?
- ¿Es que existo para ti?
- ¿Acaso existo?

La mirada del gato de Buber parecía inquirirle, ¿realmente existo para ti?
Esas palabras me bastaron para comprar el libro y, antes de una semana ya estaba empezando una formación en psicoterapia Gestalt. Así, tal cual, sin más.
Creo que fui uno de los primeros en leer ese libro. Yo conocía el vacío estéril y frío, pero me intrigaba eso del vacío fértil. Y sobre todo, lo que según Buber existía en el fondo de la mirada del gato, “yo te veo pero… ¿tú me ves a mí?
Cultivar la presencia la conciencia interpersonal “Yo te veo”
Yo te veo, podría ser la traducción del saludo “Sawabona”. La respuesta es “Shikoba”, estoy aquí o existo para ti. Este es algo más que un protocolo de saludo entre algunas tribus del sur de África. Implica un saludarse de presencia a presencia.
Y digo que va más allá de un simple protocolo. No es un simple “yo te veo” como constatación de percibir una presencia física. Sería, más bien, el equivalente al “Namasté” sánscrito, algo así como «mi divinidad saluda a tu chispa divina».
Para los acostumbrados al concepto “escucha activa”, es familiar el concepto “escuchar con todo el cuerpo”. Del mismo modo, en este “yo te veo” existe esta totalidad que recibe a la totalidad de quien es visto.
En clave musical, el recibir a la persona amada en su totalidad, en la canción de Katie James, “Todo o nada”.

Cuando una mirada dice lo que las palabras no pueden.
He incluido tres ejemplos a modo de metáfora pues aprehender lo que existe tras este “Yo te veo” no es algo que se pueda entender sólo desde el concepto. Es más bien actitud. Actitud que invita a la apertura y la curiosidad. Ahora bien… cultivar esta presencia, requiere conectar con una parte nuestra que no juzgue, que no etiquete, ni valore….
Implica estar con el otro desde el propio ser pues no puedo escuchar si me olvido de mí. «La distancia que me separa de mí es la misma que me separa de ti».
Sawabona, Yo te veo
En el «yo te veo» de estas tribus (entre ellas la potente sociedad zulú) existen varios conceptos asociados. “Eres importante para mí”, “Te valoro”. “Veo quién eres en lo más profundo de ti”. Existe también la voluntad de recibir a la otra persona en su totalidad. Reconocer sus necesidades, miedos y aprendizajes pendientes. Así como la de verlo como alguien que aporta valor a la sociedad. Desde la propia individualidad. De hecho todos somos seres individuales y únicos y, desde esta diversidad, tenemos algo importante para aportar. Sólo tenemos que recordar “quiénes somos”. Y saber que alguien deposita su confianza con presencia y nos reserva un espacio.

El saludo, «Sawabona»
Todo esto es posible por la firme convicción de un lazo que lo une a todo. “Yo soy parte de ti y tú lo eres de mí”. Pero para esto se precisa ver a la otra persona de forma consciente y relajada. Ver con “mente de principiante”. Es decir con entusiasmo, curiosidad y sin per ni pre juicios.
Abrazar el alma de la otra persona con la propia para otorgarle un espacio. Y es en el espacio social donde el “yo te veo” adquiere una dimensión sanadora como veremos más adelante.
Shikoba, estoy aquí
“Cuando los hombres se saben escuchados, se vuelven débiles.
Estos momentos de debilidad son la única rendija a través de la cual puede desprenderse una gota de generosidad del granito humano.”
(Josep Pla, “El cuaderno gris”)
La respuesta a «Sawabona» (Yo te veo) es “Shikoba” (Estoy aquí). De nuevo la traducción literal ofrece una pobre perspectiva. Literalmente es “yo estoy aquí” o con otro matiz “entonces yo existo para ti”. En la respuesta existe un matiz de consuelo y aliento: “me siento aliviado al saber que existo para ti”. Es la respuesta que contiene el aliento profundo de saberse visto y aceptado.
Saberse aceptado es una necesidad humana. Creo, sin embargo, conveniente añadir un matiz que a veces no se tiene en cuenta. No es lo mismo la necesidad de ser aceptado que la necesidad de aprobación.
El ser aceptado está en el núcleo de la expresión “yo te veo”.

Shikoba. Estoy aquí.
Es decir: “te acepto tal y como eres. Con tus luchas y miedos. Con tus contradicciones y verdades”. “Y esto es independiente de mis criterios y valores que pueden no coincidir con los tuyos”. “Te acepto por lo tanto como ser único y valioso distinto a mí y honro tu existencia”. Estas frases entrecomilladas son el núcleo de la aceptación. Cuando alguien se sabe visto y aceptado, se siente recibido tal y como es. Y se siente libre para manifestar su autenticidad.
En la necesidad de aprobación el núcleo de la actitud y conducta es otro. La persona las moldea en función de lo que cree que aprobará o no el otro o la sociedad. Es decir, se aleja de ser quien es para agradar y, en su caso, mendigar amor.
Al no saberse aceptado puede existir el impulso de caer en la necesidad de aprobación. Es una tentación difícil de solucionar, especialmente si en ella se involucra un ser amado o admirado. Sin embargo, el proceso de individuación exige no caer en esta trampa.
Yo te veo, estoy aquí. Recordar quiénes somos.
Ouspenski (el alumno más aventajado de Gurdjieff) escribió acerca del recuerdo de sí mismo. Describe el recuerdo de sí mismo en términos más de sensación que de pensamiento. El pensamiento suele ser una de las trampas del ego. Mientras que la sensación de sí mismo (de mí mismo) tiene que ver más con la propia autenticidad. La esencia, nuestro centro, sí mismo, self, yo superior o como se le quiera llamar.

La mirada del otro («yo te veo») nos recuerda quiénes somos.
En modo parecido a Rousseau, que creía que entre los hombres, en estado natural, reinan la amistad y la armonía, los zulúes creen que somos en esencia buenos. El origen de los actos dañinos está en el olvido de quiénes somos. En modo parecido, en nuestra cultura, hacemos una diferenciación entre “quién soy” y “qué hago”.
Esta convicción es la que subyace en la aceptación incondicional del otro y, por lo tanto, de la diversidad. Habita también en el núcleo de la expresión “yo te veo”.
La Programación Neurolingüística (PNL) lo expresa de un modo algo más elaborado a través de los llamados Niveles Neurológicos. Este modelo expresa los diferentes niveles que subyacen a toda conducta humana. Se tabulan mediante esta secuencia:
Transpersonal – Identidad – Valores/creencias – Capacidades – Conductas – Entorno.
El nivel transpersonal en los niveles neurológicos
Tiene que ver con la realidad (generalmente sutil) con la que nos sentimos partícipes. Tiene que ver con el sentimiento de pertenencia y puede obedecer a inclinaciones de tipo espiritual como otras más pragmáticas. En el segundo caso ejemplos pueden ser la familia, colectivos profesionales, sentimiento patriótico, social etc.
La Identidad
Es el núcleo esencial, esa parte que los zulúes reconocen como el ser bueno. No es tanto quién creo que soy, ni mucho menos el “yo social”. Este yo profundo que, por arriba, mantiene un vínculo con lo transpersonal es contaminado por las creencias y valores. Las creencias beben de las experiencias de referencia que van ocultando nuestro yo real. En Gestalt hablamos de los introyectos. Conformados por mandatos sociales, parentales y educacionales de todo tipo nos dicen “lo que se debe y no hacer”.
A esta identidad profunda, antes de la contaminación de las creencias, se dirige el “yo te veo”. Y también desde ese lugar se puede responder “Estoy aquí”.
Yo te veo. El poder de la presencia en la relación humana
No sé si te ha ocurrido alguna vez, hablar con alguien y parecerte que no está contigo. Que está pensando otras cosas o «en otro lugar».
Se trata de la presencia humana (o no presencia). Esta se caracteriza por una atención consciente al aquí y ahora. El aquí es el lugar y la persona, el ahora es el tiempo presente. Sólo desde este aquí y ahora alguien puede decir, «yo te veo». Sólo desde esta presencia puedo decir «me siento visto, estoy aquí».
Por supuesto, esto que expreso en palabras va más allá del lenguaje. Este es solo una forma de compartir.
Cuando olvidamos quiénes somos. El poder de la comunidad.

El ser en comunidad
Y volviendo al «yo te veo» de la comunidad sudafricana. Los errores que puede cometer un miembro son vistos como un grito de socorro. Una petición de ayuda de la identidad nuclear de la persona que ha “cometido” la irregularidad. La actitud de fondo es “te has portado mal pero en el fondo eres bueno”. De nuevo la diferenciación de los niveles comportamiento (“portado”), identidad (“eres”).
Entonces la comunidad se une a la persona para recordarle quién es. Lo colocan en el centro de un círculo y accionan un ritual. Algunas comunidades le cantan una canción especial, tal y como expuse en mi anterior artículo: Cultivar la presencia. Terapia Gestalt y autoconciencia. Y le recuerdan todo lo que hizo de bueno.
Los rituales obedecen a la peculiar idiosincrasia de cada cultura. Sin embargo son un modo simbólico de reconectar lo terrenal con lo sutil. La persona en sociedad con su núcleo esencial para que pueda aportar a la comunidad su don.
Hasta el próximo artículo, recibe un cordial saludo,
www.josepguasch.com
Anterior artículo relacionado: Cultivar la presencia. Terapia Gestalt y auto conciencia
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Yo te veo. La presencia en comunicación y terapia, en Sabadell, Terrassa y online. Josep Guasch, coach, psicoterapeuta, consulta de coaching y psicoterapia (Ansiedad, acompañamiento y estrategias para adelgazar, hablar en público, dejar de fumar, autoestima, adicciones, etc.…).

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